sábado, 8 de agosto de 2015

Rose Tattoo





John comenzó a besar a aquella chica, que minutos antes había conocido en un bullicioso bar, mientras ella comenzó a deshacerse de su ropa. Los besos aumentaron de intensidad y pronto se alternaron con sensuales caricias, que provocaban espasmos de placer en aquella chica, algo que era aumentado gracias a aquella música que sonaba de fondo. Sin darse cuenta ya se encontraban al borde de la cama de John, en la que se tumbaron, sin parar sus juegos sexuales, que cada vez subían de ritmo, provocando un gran placer a ambos. Los besos y caricias pronto dieron paso a duras, aunque dulces, sacudidas, que provocaron el desenfreno más absoluto, el placer más carnal se estaba viendo saciado.

Y fue entonces, en el momento en el que las embestidas de John provocaron que aquellos dos cuerpos se fusionasen, cuando aquella chica detuvo su mirada en el pecho, donde vio un tatuaje de una rosa negra, justo en el lugar donde se encontraría el corazón. Aquel momento de pasión continuó durante buena parte de la noche, y justo cuando el alba rozó sus cuerpos, cayeron en aquel colchón, agotados a causa de aquella frenética actividad. John encendió un cigarrillo mientras aquella chica acomodaba su cabeza contra su pecho, sus mirada se cruzaron y ella comprobó la frialdad que desprendían los ojos de su amante, lo que contrastaba muchísimo con lo que vio la noche anterior, y en un arrebato de valentía le dijo:

- Que bonito tatuaje, aunque es un sitio muy raro para tenerlo. ¿Significa algo para ti?

- Ese tatuaje no puede ocupar un lugar mejor en mi cuerpo, -Dijo fríamente él. -  además lo significa todo para mi.

-Oh, ¿Y cómo es que no puede ocupar un lugar mejor en tu cuerpo?- Continuó interrogándole

- Porque ese tatuaje es lo único que me queda del único amor que he tenido en mi vida.

- ¿Y que fue de ella? ¿Lo dejasteis?

- ¿En serio quieres escuchar esa historia?- Dijo él, con voz fría, aunque disimulada con una media sonrisa.

- Si, me interesa saber lo que esconde esa rosa.

-Está bien, te lo contaré.- Dijo con voz quebrada, mientras liaba de nuevo un cigarrillo y lo encendía.- La historia que voy a contarte sucedió hace algo más de 5 meses, me encontraba trabajando en un bar cuando se me acercó una chica pelirroja, no muy alta, simpática y muy hermosa. Me pidió una copa, y mientras la bebía comenzamos a hablar, pues había venido sola, conectamos bastante bien, por  lo que decidió esperar a que terminase de trabajar para ir a tomar algo. Cuando por fin terminé el turno era muy tarde, por lo que decidí invitarla a casa y antes de ponernos en marcha hasta aquí compramos algo de beber, para acompañar a nuestros labios, el camino se hizo muy corto, y ella estuvo todo el rato agarrada a mi brazo. Cuando llegamos soltamos las bebidas y antes de poder echarnos la primera copa, la pasión y la lujuria se apoderaron de nosotros. Estuvimos en la cama casi dos días, y aún así la pasión no se apagó. - Paró un momento en este punto, dio una larga calada a su cigarro y dio un trago a una botella de Whiskey que había cerca.- Al tercer día ella se despertó y me dijo que debía ir al trabajo, pero que vendría casa cuando terminase, se vistió y se fue, me despedí de ella con un largo beso. Yo fui a comprar y después salí a correr, pero cuando llevaba un rato corriendo sonó mi móvil, era su número, lo cogí y escuche la voz de un hombre decirme que Rose había muerto, y que yo era la última persona a la que había llamado.- Su voz se había quebrado por completo e incluso una lágrima salió de su ojo. - Un camión la había arrollado mientras cruzaba un paso de peatones, un camión me quitó el único amor de mi vida, por eso llevo ese tatuaje en el corazón, el lugar que le corresponde a Rose.

Ella abrazó con fuerza a John, y después le susurró al oído:

- Déjame que te ayude a olvidarla,  permíteme escribir mi nombre en esa rosa que llevas en el pecho.
- No tienes derecho a decir eso, nadie podrá ocupar jamás el lugar que ella dejó, ella es mi único amor, y será mi único amor, un amor que será tan eterno como fugaz fue.

Mientras decía eso empujó a aquella chica hacia atrás, no quería ni imaginarse que podría olvidar a Rose, no quería hacerlo, y aquel dolor que tan enraizado tenía, en su corazón, lo había convertido en un rompecorazones, que solo pretendía distraerse, intentar olvidar a Rose sin olvidarla. Finalmente aquella chica se fue de allí, dando un fuerte portazo, mientras John notaba como su corazón  se partía un poco más, y dando de nuevo un largo trago a aquella botella se tumbó en la cama, llorando, recordando a aquella rosa que tan pronto se marchitó, recordando un amor que pese a haber sido muy breve sería eterno en su corazón.

Y así es como pasará el resto de su vida, buscando consuelo y resguardo en los brazos y labios de otras chicas, hasta que por fin consiga su gran anhelo, reencontrarse con esa rosa en el lugar donde el tiempo nunca pasa, la muerte.


domingo, 12 de julio de 2015

La amistad e internet

¿Qué es la amistad?, una pregunta muy simple, sin duda, pero la respuesta a esta pregunta no es nada fácil, todo lo contrario, es una respuesta muy difícil. No busco darle una respuesta, porque pienso que es algo demasiado complejo para tratar en una sola entrada de blog, sino que lo que busco es hablar de como internet permite que la amistad sea más fácil.

Lo que hay que dejar claro antes de empezar a tratar este tema, es que a la amistad le ha pasado lo mismo que a la música o al amor, son palabras que comienzan a utilizarse como si no tuvieran la profundidad que realmente tienen. Cada vez más el mundo se ha llenado de "amigos" que no son más que personas falsas e interesadas, pero por suerte siguen existiendo amigos de verdad, gente con a que puedes contar, que no te fallan, que están cuando realmente los necesitas.

Internet es una herramienta tan útil, como peligrosa, para conocer nuevas personas y para entablar nuevas amistades. Una de las grandes ventajas que ofrece internet es el hecho de que la gente se acerca a ti, y habla contigo porque tenéis gustos parecidos, pensáis de una forma parecida. Internet permite superar la barrera de lo visual, el envoltorio deja de tener importancia para que, esa importancia, se la quede la forma de ser, de hablar, de pensar, por lo que las amistades que se hacen por internet llegan a ser muy fuertes y duraderas.

Quizás no los tengas físicamente a tu lado, pero siempre que los necesitas están junto a ti, hablándote, enviándote mensajes o llamándote, y eso es lo que hacen los buenos amigos. No cabe duda que los amigos de la infancia, los más cercanos a ti, a los que ves con mucha frecuencia o viven cerca de ti, son unos grandes amigos, pero los amigos que pueden hacerse por internet son también unos grandes amigos.

Aunque sin duda uno de los peligros que amenazan a estas amistades por internet, al igual que las amistades que se hacen en carne y hueso, es la falsedad. La falsedad está degradando la palabra amistad, porque una amistad no nace de la conveniencia ni de los intereses, una amistad surge de algo mucho más profundo. Cada vez he podido ver como la gente habla y se interesas por sus nuevos "amigos" solo cuando están aburridos o necesitan algo, pero no caen en la cuenta de que esa falsedad puede dañar a las otras personas.

Pero yo, en mi experiencia personal, he podido comprobar como he podido hacer buenos amigos a través de internet, gente en la que realmente confío, gente que se preocupa por mi, gente que confía en mi. Y son esas las personas que me han hecho darme cuenta de que los amigos que se pueden hacer por internet tienen el mismo valor que los que se hacen en persona, me han hecho descubrir que no tienen que estar físicamente a mi lado para apoyarme y defenderme, me han hecho comprender que cuando les he pedido ayuda me la han dado. Es por eso que tengo que estar agradecido a internet y a las redes sociales. Pero más aún, he de darle las gracias a todas esas personas que consiguen sacarme siempre una sonrisa, que siempre están ahí para hablar o para pasar el rato.

Pensad en esto, pensad en los peligros de hacer amigos por internet, pero sobretodo, pensad en las ventajas que tiene, y en todas aquellas personas que pueden marcar vuestra vida y quizás de otro modo nunca las habríais conocido.

Dedicado a todos los amigos que he podido conocer gracias a internet, os merecéis esto y más. 

sábado, 11 de julio de 2015

una de miedo

¿Es el miedo una reacción irracional a unas ilusiones, o es el miedo una reacción racional generado por situaciones reales? No se la respuesta a esta pregunta, pero quizás esta historia os haga sentir realmente asustados.

Aquella calurosa noche de verano, Erin salió de casa a un bosque cercano, oscuro y solitario, pues le gustaba salir por las noches, en busca de nuevas emociones y aventuras. No hacía mucho que había anochecido pero aún así el calor era insoportable, pero cuando comenzó a internarse en aquel bosque, comenzó a correr una suave brisa que hacía que aquel paseo fuese mucho más agradable. Caminaba sin prisa, disfrutando de aquel oscuro paraje, pero de repente escuchó un ruido, el ruido de las ramas secas de los suelos crujiendo al ser pisadas. Giró su cabeza, asustada, buscando al causante de de aquellos ruidos, pero no vio a nadie entre aquella oscuridad. Comenzaba a ponerse cada vez más nerviosa, y estaba cada vez más asustada, por lo que decidió dar media vuelta y volver a casa. 

Comenzó el camino de vuelta, cada vez estaba más asustada, por lo que cada vez iba a mayor velocidad. Pero conforme aumentaba la velocidad los chasquidos de las ramas aumentaban, miraba para todos los lados, pero no veía nada ni nadie. Se dio cuenta de que estaba pasando por el mismo árbol, una y otra vez, como si se tratase de un bucle. De repente comenzó a escuchar unas fuertes carcajadas que venían de sus espaldas, por lo que se giró y vio en la lejanía una silueta. Comenzó a correr aún más rápido pero cayó despedida hacia atrás, como si hubiese chocado contra un campo de fuerza. Aquella caída provocó en Erin un inmenso dolor, y un fuerte mareo, no podía levantarse a causa de el terror que se había apoderado de su cuerpo. Intentó incorporarse pero el terror se apoderó más aún de aquella chica cuando vio como se acercaba aquella misteriosa silueta, conforme se acercaba podía ver como aquella silueta parecía estar compuesta de humo más que de carne. Ella intentó golpearlo pero justo cuando fue a golpear con el puño a aquella sombra se dio cuenta de que se desvanecía, como si se tratase de una figura de humo. 

Aquello la aterró más aún, por lo que comenzó a llorar desconsoladamente e incluso se le escapó la orina a causa del miedo que sentía. Cuando el terror la dejó se levantó lentamente y comenzó a andar de nuevo, intentando huir de aquel lugar. Estaba tan agotada a causa del terror que había vivido que no podía andar con rapidez, por lo que andaba muy dificultosamente. Erin vislumbró una luz anaranjada, como si fuese una fogata, se acercó muy esperanzada, pero el macabro espectáculo que encontró terminó de paralizarla. Había una hoguera, que se encontraba encendida en el centro de un pentagrama dibujado con sangre,en cada una de las puntas del pentagrama se encontraba una pica con una cabeza humana. Se acercó lentamente a la cabeza más cercana, la tocó y descubrió que eran cabezas humanas reales. Desde esa posición pudo descubrir que en la hoguera se estaban quemando los cuerpos a los que respondían aquellas cabezas. Dejó de estar paralizada para comenzar a gritar al tiempo que comenzaba a vomitar a causa del asco que le produjo aquella escena.

Estaba a punto de echar de nuevo a correr, cuando sintió un duro golpe en la nuca que la dejó inconsciente. Despertó al poco tiempo, mareada y con la visión borrosa, pero conforme recuperaba la visión y dejaba de estar mareada vislumbró que se encontraba en una oscura mazmorra. Intentó levantarse pero se dio cuenta de que estaba atada con unas cadenas, y también se vio que se encontraba sin más ropa que la ropa interior. Comenzó a gritar, pidiendo ayuda, y en ese momento se acerco un chico, que le pareció muy atractivo a Erin, la besó en la boca, la amordazó y la abofeteó.

- Si vuelves a levantar la voz o hacer ruido te violaré y después te mataré lentamente.- Dijo aquel desconocido con una voz ronca. 

En ese momento Erin se calló y se relajó, por miedo a que aquel chico cumpliese su amenaza. Aquel chico regresó con un plato lleno de comida, la dejó junto a Erin y le quito la mordaza, y justo en ese momento Erin se abalanzó sobre la comida, y la terminó rápido, sin dejar nada. No volvió a ver a aquel chico en un largo rato, no sabía si era de día o de noche, pues aquella mazmorra no tenía ningún tipo de ventana. Intentó escapar, pero no podía escapar de ningún modo. Aquel chico regresó al poco tiempo, se acercó a ella, le volvió a poner la mordaza y se sentó en una silla, frente a ella, mirándola a los ojos.

-Espero que te haya gustado la comida,- dijo al tiempo que soltaba una fuerte carcajada- aquel chico grito como un cerdo mientras se asaba.

Aquellas palabras resonaron en la cabeza de Erin como un martillazo, al tiempo que unas fuertes arcadas provocaron que un hilo de vomito saliese bajo la mordaza que tenía en la boca. El chico disfrutaba viendo como Erin se ahogaba con su propio vomito, hasta que finalmente le quitó la mordaza, para que saliese el vomito y ella pudiese respirar. Se alejó de donde estaba ella, con una sonrisa de satisfacción mientras dejaba a Erin llorando, muerta de terror, y bañada en su propio vomito.  Estuvo allí, sola, durante casi una hora, cuando de nuevo volvió aquel chico, cada paso resonaba en la cabeza de aquella asustada chica como si se tratase de un cañón. Se volvió a sentar frente a ella, mirándola a la cara, con una mano sujetó fuertemente su cara, para que ella viese su cara, y entonces con la otra mano dio un tirón de su cara, arrancándose su propia piel, y  dejando a la luz una horrenda cara llena de gusanos que devoraban la piel de aquel chico, ante lo que ella solo pudo llorar y gritar, pese a que sus gritos quedaron amortiguados por la mordaza. 

Él cogió un  hierro cercano, y comenzó a golpearle las piernas a aquella chica, ella lloraba, estaba asustada, no solo por los golpes que recibía, sino por la putrefacta cara de su agresor. Dejó de golpearla, le quitó la mordaza, y la besó de nuevo en la boca, con aquella cara llena de gusanos, pero Erin no tuvo tiempo de reaccionar de ningún modo, pues justo cuando los labios de su agresor rozaron los suyos, él le clavó un cuchillo en el pecho, haciendo que muriese.  Finalmente la sacó que aquel lugar, y arrojó aquel cuerpo inerte a un riachuelo cercano, que inmediatamente quedó regado por la sangre de Erin. 

Él se tapó con la capucha y se puso de camino al bosque, en busca de una nueva victima, convirtiéndose de ese modo en una nueva leyenda urbana, ¿o quizás no?.

viernes, 26 de junio de 2015

Piano man

Este es un nuevo formato de relato, os recomiendo que mientras leéis este relato escuchéis la canción de Piano Man de Billy Joel. Aquí os dejo el vídeo. Espero que os guste





Aidan era un chico alto, pelirrojo, de aspecto fuerte y sobretodo cansado, tenía 22 años aunque aparentaba más a causa del cansancio. Caminaba por las solitarias calles de Cork de camino al bar en el que trabajaba. Iba muy tranquilo, pues sabia que iba con tiempo de sobra. Pensaba en los éxitos que hubiese podido conseguir como pianista, de no ser por aquella chica, Rose, que lo había utilizado, traicionado y sumido en una profunda depresión. Tal fue la situación a la que llegó que incluso fue expulsado del conservatorio, y acabo tocando y cantando en aquel pequeño tugurio al que se dirigía. Aquel negocio cada vez iba peor, pero Aidan sabía que no lo echarían, pues la poca gente que iba a aquel lugar lo hacía para escucharlo. Se había tomado unas vacaciones y aquel día volvía de nuevo, con la esperanza de volver a encontrar aquel lugar abierto, pues era su verdadero hogar.

Pero su sorpresa vino, aquel día, cuando al llegar descubrió que aquel pub había cambiado de nombre. Antes se llamaba O'Beirne's y ahora se llamaba Finnegans Wake. Abrió la puerta de entrada algo pensativo a la vez que preocupado, y al entrar descubrió que había dos chicas, quizás de su misma edad. Entró, y justo en el momento en el que lo hizo las dos chicas se giraron y lo miraron. Se dispuso a hablarles pero antes de que lo pudiese hacer una de las chicas, que era un poco más baja que él, era pelirroja y tenía pecas, le hizo un pregunta.

-¿Tú debes de ser Aidan?
-Si, yo soy Aidan.- Dijo él, perplejo ante aquella situación.- ¿Dónde está James?
-James vendió el negocio y se marchó a Derry de vuelta. - Dijo aquella chica, mientras la otra continuaba limpiando las mesas.- Pero no te preocupes, tú vas a seguir trabajando aquí. Tuve que acceder, pues era un requisito indispensable para James, que tú siguieses trabajando aquí, tocando este viejo piano. Por cierto mi nombre es Erin, y ella es Anna.
-Me hubiese gustado despedirme de él, me ayudó mucho cuando peor estaba.- Dijo Aidan con un cierto tono de tristeza.- Veo que ya sabes que me llamo Aidan encantado de conoceros, espero que mi trabajo os guste.

Sin perder más tiempo Aidan se dirigió al piano, preparó las partituras y comprobó que todo estaba en orden. Una vez hizo eso cogió tabaco y salió fuera del pub y apoyándose en el muro exterior, comenzó a liar un cigarrillo. Mientras liaba aquel cigarrillo no dejaba de pensar en el hecho de que James se hubiese ido sin decir nada, estaba más triste que furioso, pues sabía que si lo había hecho era por un motivo importante. Aquellos pensamientos quedaron interrumpidos por el ruido que hizo la puerta al abrirse. Salió Erin y al ver a Aidan apoyado, preparando un cigarrillo, se acercó a él.

-Podrías darme un cigarrillo, que me deje el tabaco en casa.- Dijo Erin.
-Claro- Dijo Aidan dándole el que había preparado, y cogiendo un puñado de tabaco para preparar el siguiente.- ¿A cambiado en algo mi trabajo aquí, o sigue siendo lo mismo de siempre?
-No te preocupes, que nada ha cambiado. - Dijo ella esbozando una sonrisa.

Terminaron de fumar aquel cigarrillo y entraron de nuevo. Anna se encontraba sentada en una mesa hablando por teléfono, y al entrar ellos se despidió y colgó. Anna le dio una botella de agua a Aidan para que bebiese durante su actuación, y el le pidió un whiskey también. Lo pagó y se dirigió al piano para practicar algo mientras llegaban los primeros clientes. Al principio Aidan solo tocaba algunas piezas en el piano, nada espectacular, pero cuando comenzó a llegar más gente bebió de un trago el whiskey e hizo una seña a Anna para que le pusiese otro, y entonces comenzó a fundirse con aquel viejo piano. Comenzó a cantar y la mezcla de las notas salidas de su garganta y del piano convirtieron aquella música en algo que Anna y Erin no se habían imaginado. Ambas se encontraban extasiadas, como si aquella música las hubiese poseído.  El resto de la noche estuvieron más pendientes de la música que salía de aquel piano que de los clientes, pero aún así aquellos clientes se encontraban felices. Felices porque aquella música les hacía olvidar sus vidas, sus problemas, sus inquietudes. Cuando terminaron y cerraron, Aidan se encontraba agotado, se despidió de ellas y se marchó de aquel lugar sin mediar ni una palabra más.

Llegó a casa sin detenerse, pues estaba realmente cansado, aunque no podía dejar de pensar en que James se había ido, sin haberle avisado antes. Se sentó en su terraza y de nuevo preparó un cigarrillo y una vez que lo terminó se fue a la cama, y se acostó. Por su parte Anna y Erin terminaron de recoger todo y se fueron cada una a su casa, aunque las dos habían comprendido el valor que tenía Aidan. Al siguiente día Aidan se levantó triste, como era de costumbre en él, a causa de su depresión. Aquel día se levantó algo más tarde de la cuenta y no tenía comida por lo que se puso lo primero que cogió del armario y se fue a por comida a un restaurante que conocía. Cuando llegó no quedaba ninguna mesa libre, por lo que decidió irse, pero justo en ese momento la voz de Erin lo llamó. Él se acercó a la mesa en la que estaba sentada Erin, sola.

-Siéntate aquí Aidan, que he visto que estabas buscando una mesa.-Dijo Erin con una sonrisa en los labios.
-No es necesario.-Dijo él- Además, seguro que estás esperando a alguien.
-No espero a nadie.- Insistió ella- Además me gustaría conocerte un poco más.

Aidan se sentó y pidió una pinta de Kilkenny y un Cottage Pie. Erin por su parte pidió un refresco y un fish and chip. Mientras comían mantuvieron una densa conversación y Erin parecía muy interesada en la vida de aquel chico.

-¿De donde eres?- Dijo ella.- Yo no soy de aquí, soy del norte, de Belfast, aunque vine aquí por problemas con mis padres. Ellos son Unionistas y no aceptaban que su hija se hiciese católica y nacionalista, así que vine a refugiarme a esta preciosa ciudad. Me gustaba desde que era niña.
- Yo tampoco soy de aquí, yo vivía en el sur de Dublín, pero cuando mi novia me abandonó entré en una seria depresión, y decidí huir de allí, pues todo me recordaba a ella, a todos los recuerdos y momentos que viví con ella. Además nadie me esperaba en ningún lado, pues mis padres murieron cuando era muy chico. Vendí todo lo que quedaba y me vine a esta ciudad, a un viejo piso que era propiedad de un tío mio- Dijo él, con la voz algo temblorosa- ¿Entonces tus padres no aceptan que seas nacionalista?
- No, de hecho todo lo contrarío, me rechazaron desde el momento que se enteraron de que era nacionalista, y me echaron de casa.- Dijo intentando esconder una lagrima.-  ¿Has estudiado algo de música?
-Si, me falta un año para terminar el conservatorio, pero desde que me dejó mi chica no he vuelto a pisar un conservatorio, pues me trae muy malos recuerdos.- Dijo él mientras daba un sorbo a su cerveza.

Continuaron conversando mientras comían y después Aidan invitó a Erin a su casa, para continuar charlando y después prepararon todo lo necesario y se pusieron camino al pub. Caminaron tranquilamente, pues no tenían excesiva prisa, pues iban con el tiempo suficiente para dar un paseo y continuar conociéndose.

Cuando llegaron al pub, Anna ya había llegado, y de nuevo estaba hablando por teléfono. Cuando los vio llegar colgó y los saludo. Aidan les ofreció unos cigarrillos, que esta vez traía ya liados, y Erin cogió uno, Anna no quiso, pues detestaba fumar. Poco después de terminar ese cigarrillo entraron y entre los tres prepararon todo para abrir aquella tarde. Aquella noche no se diferenció mucho de la noche anterior, aunque esta vez Erin comprendían mucho mejor los sentimientos que reflejaban aquellas notas que salían de la voz y el piano de Aidan. Al terminar aquella noche, Aidan se quedó un poco más con ellas, y cuando llegó a casa se acostó y durmió rápidamente. Era la primera noche desde que estaba en Cork que dormía sin pensar en que estaba solo, de hecho casi se había olvidado de James. 

Pero realmente todo se acelerará un par de meses después, una fría y lluviosa tarde, Aidan y Erin estaban solos, pues Anna había viajado al norte a ver a su novio. Cuando se encontraban preparando para abrir la lluvia arreció, el viento se hizo insoportable, y decidieron que lo mejor sería no abrir, y esperar a que mejorase el tiempo para volver a sus casas. Mientras mejoraba el tiempo Aidan comenzó a tocar el piano, y Erin estaba sentada junto a él, y ambos bebían whiskey. 

De repente un relámpago iluminó aquel lugar y acto seguido la luz se fue, aunque por suerte para ellos había una vela sobre el piano. Él encendió la vela y acto seguido continuó tocando el piano, era una escena que encendió una llama dentro de Erin. Por su parte, Aidan se encontraba feliz, y su música dejó de sonar triste y comenzó a dar muestras de alegría. La magia de aquel momento hizo que Erin tomase fuerzas y besase a Aidan, prendiendo en sus labios el fuego del amor. 

Pasaron la noche en aquel pub, dando rienda suelta a su pasión y a su amor, entre aquellas velas, los relámpagos y ríos de whiskey. Ambos decidieron abandonar sus planes de futuro y continuar con aquel pub, juntos, pues ahora aquello era su vida. Aquellos chicos que habían sido abandonados por los suyos tuvieron que encontrarse lejos de su origen para poder encontrar su destino, su amor, su verdadero hogar. 

"Para encontrar el amor no hay que cerrarle las puertas al dolor, a la tristeza, a la felicidad o a la pasión, solo hay que cerrarle las puertas al orgullo."

martes, 16 de junio de 2015

Diferentes

¿Por qué eres tan raro?¿Por qué te gustan esas cosas? ¿Por qué vistes así?. Estas preguntas nos las han hecho a muchos de nosotros en alguna, o algunas ocasiones, de nuestra vida. Desde que me hicieron estas preguntas por primera vez, me he preguntado lo mismo. ¿Ser distinto es malo?

Claro está que cada uno tendremos una respuesta, y claro está que la mayoría pensamos que ser diferente, que ser distinto no es malo. Es más, pienso muy seriamente, que ser distinto es todo lo contrario, es algo bueno. Un elemento que es trascendental para cualquier sociedad es el hecho de que exista una riqueza de variedad, pues sin variedad y sin diferencias una sociedad no avanzaría, sino que sería estática.

Seguramente nos dirán una y otra vez que ser diferente no es bueno, que es ir en contra de lo que la mayoría de la sociedad quiere. Pero no debemos olvidar jamás que vivimos en una sociedad que tratar de unificar las mentalidades y las personalidades. Debemos reconocer que cada vez nos cuesta más trabajo diferenciar a los demás por su forma de ser, o que al menos intentan aparentar. La ropa, por ejemplo, se ve como algo identificador, debes vestir de una determinada forma, o intentar vestir de una forma muy parecida, sino igual, que el resto de personas que te rodean. Cuantas veces habrán dicho que una persona, que como a mi le gusta el rock o anime, debe intentar vestir como lo hacen ellos, y escuchar la música que escuchan ellos para dejar de ser "rara".

No se trata de vestir de un modo u otro, no se trata de que tenga un tipo de gusto u otros, no se trata tan siquiera de lo que aparentamos. Lo realmente importante en una persona debe ser su personalidad, y algo que si es seguro es que las personas que no siguen modas, ni intentan ser como todos, es decir, las personas que son llamadas "raras" tienen una personalidad más fuerte, que le permite ver las cosas de otro modo, una personalidad que les permitirá no ser tan manipulables. Lo cierto es que las sociedades prefieren a gente que tienen sus personalidades "socialmente adormecidas", pues son unas personas que aceptaran sin cuestionar los nuevos dictámenes que introduzca una sociedad, algo que ocurre desde el surgimiento de las primeras sociedades complejas.

Por tanto, creo que ser diferente, que ser distinto, no es algo malo, aunque si peligroso, peligroso pues puede hacer que una persona se cuestione los elementos básicos de una sociedad. De ahí el intento de la sociedad por demonizar lo diferente e intentar atraer a la norma general a todos los que se salen de esa norma. Por eso cuando nos pregunten por qué somos diferentes debemos preguntarnos a nosotros mismos, ¿Por qué no ser diferentes?¿Por qué no ser nosotros mismos?. Diferente no es una palabra negativa, es una palabra positiva, una palabra que va unida a evolución.

Por eso he decidido escribir esta pequeña reflexión, para compartirla con vosotros, para que penséis y reflexionéis, al igual que hago yo, sobre este tema tan delicado. Solo os pido una cosa, no estéis jamás tristes por ser diferentes, debéis estar contentos y orgullosos de vosotros, por ser vosotros mismos, por no dejaros llevar por los influjos unitarios de esta sociedad.

sábado, 13 de junio de 2015

Violin

Una fría noche de primavera una pandilla de chicos caminaba por un camino a las afueras de aquella bulliciosa ciudad.  Caminaron hasta que llegaron a un pequeño puente que había sobre el río que atravesaba aquella ciudad. Cuando estaban subiendo el puente se dieron cuenta de que bajo aquel puente había un joven vagabundo durmiendo, y al verlo decidieron bajar a reírse a su costa. Bajaron y al oír a los pasos de los chicos aquel vagabundo se despertó y cogió un maletín sobre el que tenía apoyada la cabeza.  Los chicos lo vieron e insistieron al vagabundo que soltara el maletín. Él se negó, pues era algo muy preciado para él, y ante esa negativa el grupo de jóvenes comenzó a golpearle la cabeza hasta que uno de ellos decidió coger una barra de hierro. Lo golpeó en la cabeza hasta que finalmente lo mató, tras eso cogieron el maletín y se fueron rápidamente de aquel lugar.

La noche siguiente decidieron volver con sus chicas, para deshacerse del cuerpo de aquel vagabundo. Ninguno de ellos se había atrevido a abrir aún aquel misterioso maletín, que tenía un aspecto muy antiguo y gastado. Cuando llegaron allí solamente quedaban los restos de los pocos objetos que había acumulado aquel vagabundo y la barra con la que le habían golpeado, pero su cuerpo no se encontraba allí. Entonces decidieron ir a buscar el maletín y abrirlo, asustados por si la policía iba en su busca. Cuando abrieron aquel maletín descubrieron un viejo violín, y decidieron que lo mejor sería venderlo y repartirse el dinero. Así fue como lo hicieron, lo vendieron, y nunca volvieron a hablar de aquella cuestión. Aunque nunca se encontró el cuerpo de aquel vagabundo, ellos creyeron verlo tiempo después.

Aquel violín fue comprado tiempo después por una joven música, que había tenido que vender su violín tiempo antes por problemas de dinero. Aquella chica, cuyo nombre era Maria, había vivido una vida muy traumática, pero a la vez era una de las mejores músicas de su generación.  Había perdido a sus padres en un accidente de tráfico al poco tiempo de nacer y fue criada por un tío suyo, que la explotaba y manejaba a su antojo. Justo cuando cumplió los 18 años huyó de casa de su tío, sin más maleta que el violín que le robó a su tío. Ganó dinero tocando por las calles, e incluso tuvo que vender su violín para poder comer, pero por suerte para ella uno de los viandantes, que tantas veces la había escuchado, era director de orquesta y le había ofrecido que formase parte de su orquesta. Así que cuando pudo se compró un viejo violín de segunda mano, el mismo que el que le robaron a aquel vagabundo.

Cuando Maria comenzó a tocar por primera vez aquel violín estaba sola en su casa, y sintió como si unas manos se posaran sobre las suyas y la ayudaran a tocarlo, pero estaba sola. Aquella sensación la asustaba, pues siempre que tocaba aquel instrumento sucedía lo mismo. Durante los ensayos y los conciertos se encontraba muy  cómoda, y apenas tenía fallos, pues es como si aquellas manos que sentía le indicarán las notas. Ella pensó que todo se debía a algún trastorno psíquico debido a su pasado traumático, por lo que nunca se imaginó lo que ocurriría meses después.

Había pasado casi un año desde el momento en el que había comprando aquel violín, cuando el director de la orquesta les anunció la nueva obra que deberían interpretar, el Opus 35 de Tchaikovsky, y para ese concierto la solista sería María. Aquello emocionó a aquella joven que ahora tenía 25 años, pues era una muestra de que su trabajo empezaba a ser reconocido. No pensaba defraudar a aquel director que tantas expectativas había puesto en ella, por lo que se volcó con todas sus fuerzas en preparar aquel concierto. Ensayaba mucho con la orquesta y también pasaba las noches ensayando. Una noche de primavera se encontraba en la terraza de su nuevo piso, ensayando aquel concierto, observando la luz, cuando en el momento de mayor éxtasis de la obra aquella chica sintió que algo se removía en su interior, era amor, amor por la música, amor por la luna y amor por un chico al que nunca conoció pero con el que siempre soñó. En aquel momento, la magia de aquel maleficio se rompió y liberó de aquel violín a un joven chico, el propietario de aquel violín, aquel vagabundo.  Al instante ambos recordaron quien eran y que había sucedido, pero aquello ya no importaba, pues por fin estaban juntos, por fin podían volver a besarse en los labios.

Entonces a sus mentes, mientras se besaban, vino el recuerdo de todo lo que había sucedido, de lo que dio lugar a que acabasen bajo una maldición. Todo había sucedido en un recóndito bosque al norte de Escocia cuando corría el año 1812. Mery y Michael, dos jóvenes músicos que se amaban, fueron a una casa a descansar en el bosque, antes de comenzar una nueva gira con su orquesta. Cerca de aquella casa había un precioso lago con cisnes, donde ambos disfrutaban por las noches, pues la luna se reflejaba en el agua y daba un aspecto realmente mágico a todo aquello. Todo iba genial hasta que comenzaron a darse cuenta de que una chica algo más joven que ellos empezó a rondarles. Una noche, cansados ya de que los vigilarán, Michael y Mery se acercaron a decirle aquella chica que se alejara. La joven dijo que no se alejaría de allí si no era con el amor de Michael, ante lo cual Michael se escandalizo y dijo que si ella no lo tenía nadie lo tendría. Y mientras se iba lanzó una maldición que la pareja se tomo como si se tratase de una broma:

"Con la llegada del Alba os separaréis y no volveréis a uniros hasta que una fuerza mayor lo ordene."

Ellos, que se lo habían tomado a broma volvieron a su casa, por temor a que aquella chica regresase en una actitud más agresiva. Tocaron un poco y después se fueron a la cama, donde retozaron y posteriormente se quedaron dormidos. Pero con la llegada del Alba Michael despertó repentinamente y busco desesperadamente a Mery, pero no la encontró. Se acordó entonces de aquella chica y de su maldición, por lo que trato de buscar sin éxito a aquella chica. Lo que Michael no sabía es que ella ya no estaba, y solo volvería cuando una fuerza mayor lo ordenase, una fuerza mayor que el trató de buscar hasta que en su siguiente cumpleaños murió repentinamente.

 Aquello ocurrió cuando ellos aún no habían cumplido los 26 años, y la maldición provocó que siempre que cumpliesen los 26 años debían morir para regresar con otro nombre y habiendo olvidado todo aquello, hasta que finalmente pudiesen volver a reunirse. Ciertamente cada 26 años se producía ese hecho, siempre morirían ambos, primero ella y a los meses él.

Y no fue hasta pasados más de 200 años cuando, cuando aquella chica comenzó a tocar el concierto para violín de Tchaikovsky, que hizo resurgir en su interior aquel amor maldito, y fue cuando la conjunción de la magia de la luz de la luna y la magia de aquel concierto lograron destruir aquella maldición que pesaba sobre sus corazones.

De nuevo estaban allí, habían conseguido recordar aquel amor, y había provocado que Michael hubiese vuelto a la vida gracias a su viejo violín, que el destino siempre quiso que lo tuviese. Volvían a estar frente con frente, volvían a tocarse, volvían a fundir sus labios en un solo beso, volvían a ser un solo alma en dos cuerpos. Quizás aquella sería su última vida, pero a ninguno de ellos, pues hasta que llegase aquel momento ellos estarían juntos, y eso era más de lo que podían pedir.

No se sabe como trascurrió su vida desde aquel momento, no se sabe si tuvieron hijos, no se sabe si se casaron, ni donde vivieron, pues tras aquella noche se diluyeron entre la inmensidad del mundo y del destino, solamente un testigo sabría responder aquello, solo la luna sería capaz de hacerlo, la misma luna que con su encanto y magia logró romper aquella oscura maldición. Lo único seguro es que la luna fue testigo de largas noches de música, pasión y embestidas, y quien sabe si en este momento está siendo testigo de ese amor.

In memoriam. P.I.Tchaikovsky.

viernes, 5 de junio de 2015

Sangre 2

La vida de Anna y John transcurría con total normalidad, dentro de la normalidad que da ser un vampiro.  Después de aquella noche de pasión desenfrenada, Anna tuvo que abandonar el hogar de sus padres, y trasladarse a vivir con John, lo que no le costo nada. Ambos vivían solos, y John jamás mencionaba nada de su familia, aunque la curiosidad comenzaba a picarle a Anna, poco a poco. Ambos logrado encontrar un trabajo en otra ciudad, y iban a cazar presas a un bosque cercano. Dado el bullicio de aquella ciudad nadie se daba cuenta, y su vida era, aparentemente, la de una pareja de jóvenes que empezaban su vida juntos.

Llevaban dos meses en aquel hogar, al que habían llegado sin avisar a nadie. Era una tormentosa noche de noviembre, y Anna se encontraba sola en casa, pues John había salido a comprar. Ella estaba sentada en el sofá, descansando, cuando de repente, entre los relámpagos y los truenos, sonó el timbre del piso. Se levantó y se dirigió a la puerta, pues pensó qué sería John, que se había dejado allí las llaves, pero al abrir la puerta se dio cuenta de que no era él. El chico que había llamado a la puerta era algo más alto que John, parecía musculoso aunque decaído, vestía de oscuro, llevaba una especie de funda de guitarra en la espalda, y en sus pies había una mochila. Le miró la cara, y lo poco que dejaba ver la capucha que llevaba puesta, mostraba un rostro atravesado por una cicatriz. Cayó un relámpago, y la visión que arrojó de aquel inesperado visitante asustó a Anna. Ella sentía miedo, pues pese a que fuese una vampiresa no tenía fuerza suficiente para enfrentarse a un chico tan musculoso como aquel. Tomó algo de aliento y dijo:

- ¿Quién eres tú?- Y casi sin pensar dijo- Mi chico está apunto de venir.
- Al fuego que el raudo relámpago enciende,
que al monte y la selva parece abrasar,
un hombre a caballo la margen desciende
y al trote se sienten sus armas sonar.
Tal vez a su paso con viva vislumbre
la cruz en su escudo radiante brilló;
mas luego en tinieblas la rápida lumbre
al hombre y caballo consigo ocultó.- Dijo aquel chico, con un tono muy ceremonioso.
- No creo que debas intentar hacerme nada o acabarás herido.- Dijo ella en un intento de espantar a aquel chico.- Así que vete ahora que puedes.
-  ¿Oís?, es el cañón. Mi pecho hirviendo
el cántico de guerra entonará,
y al eco ronco del cañón venciendo,
la lira del poeta sonará.- Contestó aquel chico, y tras esto dijo- Podrías dejarme pasar, se que Joh me espera desde hace mucho tiempo.

Anna se quedó muy sorprendida, pues aquel chico sabía el nombre de su novio. Ella le hizo un gesto en la cabeza para que pasara. El entró, y siguió a Anna hasta el salón. Ella le ofreció una serie de bebidas, pero él no quería ninguna. Durante todo el rato que tardó en llegar John a casa, se produjo un incomodo silencio, a la vez que perturbador para Anna, pues aquel chico no se quitó la capucha, y los relámpagos reflejaban su cara atravesada por una misteriosa herida y una sonrisa que daba una impresión aún más maligna. Aquel silencio solo fue interrumpido por el sonido que hizo la puerta cuando fue abierta por John.

John dejó el paraguas y la chaqueta en la entrada, fue a la cocina, dejó las bolsas con todo lo que había comprado, y se dirigió al salón. Ante aquel silencio, John pensó que Anna estaría dormida, pero cuando entró al salón descubrió lo que realmente estaba sucediendo. Cuando entró en el salón, tanto Anna como el misterioso chico giraron la cabeza hacia John. Él soltó un largo suspiro y, mientras aquel misterioso chico se levantaba, dijo:

- Me alivia ver que no estás muerto, Aidan.- Dijo John mientras se acercaba a aquel chico y lo abrazaba con fuerza.
- Lamento decir que no se porque no he muerto aún.- dijo Aidan mientras se quitaba la capucha y enseñaba su cara marcada por aquella cicatriz- Esto es un pequeño regalo de Jane.
- Pero, ¿Por qué ha pasado eso, si tu siempre has estado al margen?- Dijo John cada vez más preocupado.
-Todo ha pasado porque Jane a eliminado a padre, para asumir ella todo su poder.- Dijo Aidan dejándose caer en el sillón, como si estuviese derrotado.
- Pero entonces- dijo Anna de repente- ¿De que os conocéis?
- Él es uno de mis dos hermanos.- Dijo John mientras se sentaba junto a ella.- Mi otra hermana es Jane. Perdona que no os haya presentado, pero la emoción me ha podido. Aidan, te presento a Anna, mi novia.

Aidan y Anna se saludaron por primera vez desde que que Aidan llamó a la puerta. Mientras tanto John fue a por unas copas de sangre y algo para comer, y a mientras echaba las copas explicó a Anna la historia de Aidan:

-Aidan, desde el momento mismo de su nacimiento ha sido el más inteligente de nosotros. Ha sido el favorito de mi padre para sucederle si algún día desaparecía, pues mi padre es el Rey de los Vampiros.- Al decir esto, Anna paró en seco de beber, pues aquello significaba que ella estaba con uno de los Príncipes de los Vampiros.- Desde bien joven comenzó a recorrer el mundo y siempre se ha rodeado de gente muy inteligente, además es un excelente poeta y músico. Pero Jane, mi hermana, siempre ha ansiado el poder, y al matar a mi padre, habrá asumido el trono y espera que Aidan lo reclame para matarlo. Por eso ha venido aquí, a refugiarse.
- Pues entonces quédate aquí con nosotros.- Dijo Anna sin dudar, aunque algo abrumada por las últimas noticias.- Por cierto, ¿Los versos que me has dicho antes eran tuyos?
- No.- Dijo entre grandes carcajadas.- Esos versos son de un viejo amigo mio que ya murió, su nombre era Espronceda, y después de su muerte se convirtió en alguien muy famosos. Pena que no fuese así en vida.

Después de aquella noche ya no eran dos las personas que vivían en aquel piso, y el hecho de estar saliendo con un príncipe vampiro, exiliado de la crueldad de su hermana, la emocionaba a la vez que la perturbaba.  Los días siguientes Aidan busco trabajo en diferentes sitios, hasta que finalmente logró conseguir un trabajo en una biblioteca. Conforme pasaban los días el nerviosismo de los hermanos fue rebajándose hasta que finalmente se olvidaron de todos aquellos problemas.

Pasó el invierno, y se dio paso a la primavera, y una sábado, los tres pensaron en ir al bosque a pasarla noche, para descansar de sus trabajos, y al tiempo poder mostrarse como eran, sin tener que estar metidos entre esas 4 paredes. Prepararon todo lo necesario y pusieron rumbo a un bosque que había cerca de aquella ciudad, donde los humanos no querían entrar pues había rumores de que estaba encantado. Llegaron justo en el momento en el que anochecía, y en un claro prepararon un pequeño campamento, prepararon un fuego y Aidan cogió su guitarra y comenzó a tocar algunas canciones. La tranquilidad que tenían los tres era infinita, y solo se paró cuando de entre los árboles apareció un ser encapuchado.

Sin pensar ni un momento, John se puso delante de Anna, para protegerla de aquel ser. Por su parte Aidan dejó tranquilamente la guitarra a un lado, esbozó una sonrisa, y dijo con un tono de voz muy tranquilo:

-Veo que al final nos has encontrado, hermanita.
- Cállate Aidan, he venido a completar aquello que te marcó.- Mientras decía eso se quitaba la capa y dejó a la luz una chica de belleza inigualable, aunque sus ojos emanaban maldad.- Y a quien tenemos aquí, si es John el cobarde. ¿Quién es esa chica, acaso es mi cuñada?- Dijo al tiempo que profería una enorme carcajada.
-¿Cómo piensas eliminarnos?- dijo John protegiendo con el cuerpo a Anna.

Ante aquella pregunta Jane comenzó a reirse al tiempo que sacaba una espada de filo morado. Aquella espada formaba parte de las armas del Rey, las únicas capaces de matar realmente a un vampiro. La empuñó y comenzó a caminar hacia donde estaban Anna y John, pues pretendía matarlos primero a ellos y después a Aidan. Fue a atravesar el pecho de John pero Aidan se interpuso, clavándose la espada en su pecho. Anna gritó, al igual que John, Jane soltó unas carcajadas. Y entonces fue cuando Aidan lanzó una sonrisa malévola a la cara de jane. La cogió de los hombros y se clavó la espada hasta el fondo, y entonces entre susurros dijo:

- Te esperaba mi querida hermana,no tanto como a la muerte. Tú sola has cavado tu propia tumba.

Una vez dijo eso, tomó fuerzas por última vez y de su cinturón sacó una daga y la clavó en el cuello de Jane con la fuerza suficiente para atravesarle el cuello. En aquel preciso momento ambos cayeron al suelo, muertos. Por suerte para John, Aidan había cogido una de las dagas de su padre antes de huir, y se había preparado para sacrificarse.

John enterró el cuerpo de Jane en aquel mismo lugar, y metió el cuerpo de su hermano en el coche, lo ocultó y se dirigió al lugar donde debía habitar el Rey. Al llegar Anna vio que aquel lugar era una auténtica ciudad  de vampiros. Los recibieron casi como a héroes, pues Jane no había reinado, sino que había ejercido un papel de tirana.  John estaba realmente destrozado, pues siempre había sentido admiración por Aidan. John, con ayuda de Anna, enterró a Aidan en el panteón reservado para los reyes, y acto seguido se dirigió a todos los vampiros allí congregados, pues a fin de cuentas él era el nuevo rey, diciendo:

- Vampiros aquí presentes, y vampiros del mundo, hoy ya he llorado suficiente. Esta corona ya ha derramado demasiada sangre- dijo mientras tiraba al suelo la corona de su padre- y no quiero que derrame ni una sola gota más. Me voy, y conmigo la monarquía, pues vosotros sois capaces de gobernaros solos, sin necesidad de nadie que os ordene. Es por ello que en este momento me despido de vosotros, y de mis derechos.

Aquello supuso una sorpresa para todos, incluida Anna. John no volvió a aquel lugar, solamente para visitar la tumba de su hermano. Él nunca había querido gobernar, no le interesaba, y desde que conoció a Anna menos. Él solo quería pasar la eternidad con Anna, tener unos hijos, y que estos no se peleasen por ninguna corona, a fin de cuentas solo quería ser feliz. Y así sucedió, tuvo dos hijos a los que llamaron Aidan y Anna, su vida trascurrió en paz, lejos de cualquier disputa, y aún hoy continúan juntos, viendo pasar las decisiones del destino, consagrando su amor en la eternidad.

miércoles, 3 de junio de 2015

Sangre

Anna, una chica de 17 años, iba corriendo por la calle, mirando el reloj cada pocos segundos. Era el primer día de clase del nuevo semestre, y ya llegaba tarde. La noche anterior se había quedado hasta tarde despierta, pues llevaba unas cuantas noches con insomnio, desde que su novio, un chico atractivo a la vez que antipático y superficial, la había dejado por otra chica más joven. Anna estaba hundida desde entonces, pero mientras corría ella solo tenía en mente buscar el atajo más rápido para poder llegar a clase lo más pronto posible.

Cuando llegó al instituto las clases llevaban media hora en marcha. Tras inventarse una escusa y convencer a un profesor pudo ir a la clase, y cuando llegó solamente había un sitio libre, al lado de un chico que no había visto nunca antes. Por suerte para Anna, su profesor aún no había llegado a clase, pero justo en el momento en el que se sentó, se abrió la puerta y apareció su profesor. Se puso en el centro de la clase, frente a la pizarra e indicó con un gesto, al chico que había sentado junto a Anna que se acercase a donde estaba él. Una vez ese misterioso chico, muy alto y paliducho, se situó frente a la pizarra, el profesor comenzó a hablar:

-Buenos días chicos, perdonad mi tardanza, pero el tráfico estaba muy mal.- Dijo algo apurado el profesor- Antes de empezar las clases este nuevo semestre quiero presentaos a vuestro nuevo compañero. Su nombre es John, y ha llegado desde una pequeña ciudad del norte de Escocia. Espero que lo recibáis con los brazos abiertos y hagáis que sus primeros días aquí sean muy llevaderos.

Dicho esto todos aplaudieron y John, con un tono de voz muy bajo, a causa de la vergüenza, dijo gracias. Tras esto el joven se volvió a sentar en la silla, junto a Anna, y el profesor comenzó a explicar. John apenas intercambio algunas palabras con Anna durante aquel día, ya que ella tenía la mente en otra cosa, en Alex, su ex novio. La vida trascurrió sin más cambios, ya que Anna continuaba con su pequeña depresión y John apenas había hablado con el resto de su clase. Pero no tardaría mucho en cambiar la situación, un cambio que vino de la mano de una persona, Alex.

Aquella calurosa mañana de mayo Anna despertó, como cualquier otro día, ya apenas se acordaba de su ex, por lo que dormía mucho mejor. Pero al mirar hacia la mesilla descubrió que su móvil estaba parpadeando, pues había recibido un mensaje. Anna pensó que sería de alguna de sus amigas, pero cuando cogió el móvil descubrió que el mensaje era de Alex. En el mensaje él le pedía quedar aquella noche, en un parque al que ambos solían ir cuando salían juntos. Ella, aún muy afectada por todo lo que había pasado, aceptó sin dudarlo ni un solo momento. Aquel día se hizo eternamente largo para Anna, quizás a causa de la ansiedad y emoción que le producía volver a ver a Alex.

Después de clase corrió rápidamente a su casa, comió y se tumbó en la cama a mirar las antiguas fotos que aún conservaba de su chico. Un par de horas antes de la hora que habían quedado se preparó, y llegó al parque un cuarto de hora antes de que llegase Alex. Cuando llegó Alex el parque estaba prácticamente oscuro, y apenas había gente allí. Él se acercó con una gran sonrisa que mostraba su seguridad y su chulería, y una vez estuvo junto a ella la besó sin mediar palabra. Ella se sintió muy segura y confiada, pues parecía que todo estaba de nuevo bien, pero ella quería hacerle una pregunta antes de continuar:

- Quiero que me contestes a esta pregunta, Alex- dijo ella con seriedad- ¿Me juras que jamás volverás a engañarme, ni a irte con otras chicas?
- No, no pienso jurarte eso.- Dijo Alex con gran seguridad.
- Pero.. Alex... ¿Por qué me tratas así?- Dijo ella, separándose un poco de él.
- En serio me preguntas eso, cariñito. - Dijo él, con un tono muy burlón-  Todo lo que hago es porque te lo mereces, las zorras asquerosas como tú no os merecéis más que os castiguen.

Ante aquellas palabras Anna reaccionó insultándolo e intentando pegarle un bofetón. Pero justo cuando su mano iba a golpear su cara él la detuvo, la empujo contra un árbol y se preparó para golpearla, primero le dio un guantazo, pero cuando intentó darle un puñetazo alguien lo placó, era John. Alex se levantó con rapidez, con la intención de dejar fuera de juego a John, pero cuando fue a pegarle, John lo cogió del cuello y lo tiro contra unos árboles que había en aquel parque, perdiéndose entre la oscuridad. Anna estaba en el suelo inmóvil a causa del shock que supuso aquello para ella. John tardaba un poco, pero al fin lo vio volver de entre los árboles, secándose de los labios lo que parecía sangre.  Ella estaba aliviada de que fuese John y no Alex el que hubiese regresado, no se imaginaba que su ex novio llegase a esos niveles de violencia. John insistió en ir a otro parque mucho más luminoso y concurrido, por si volvía que hubiese alguien. Pero quizás ella no hubiese aceptado si hubiese conocido lo que realmente había sucedido entre aquellos árboles.

Lo que había sucedido era bastante sencillo, John había empujado a Alex hacia aquellos árboles para alimentarse de su sangre, pues al fin y al cabo, él era un vampiro. Lo había empujado, golpeado y había arrancado un trozo de carne de Alex, para beber su sangre mientras poco a poco se desangraba.

Caminaron un rato hasta que de nuevo llegaron a un parque, mucho más luminoso y con más gente, justo como John le había dicho a Anna. Ella lo seguía, amarrada a su brazo, aun asustada por todo lo que había sucedido, por el hecho de que aquella persona que había amado la había tratado como si fuese una mierda. Una vez se sentaron en un banco, John sacó una petaca del bolsillo, y le dijo a Anna que diera un trago, que le vendría bien. Ella obedeció, dio un trago y casi de manera instantánea cayó al suelo inconsciente.

Despertó sobresaltada, y miró a todos los lados, estaba en una habitación muy siniestra pues las paredes estaban pintadas de rojo y los detalles se encontraban realizados en negro. Se levantó de la cama en la que estaba tumbada, e intento caminar hacia la puerta pero estaba algo mareada y cayó al suelo. Justo al instante se abrió la puerta y entró John, que solamente llevaba unos pantalones, y se acercó a ella, la levantó, y le trajo una lata de refresco para que recuperase las fuerzas.

Anna estaba muy sorprendida, pues siempre había creído que John estaba muy delgado, además de ser muy alto, pero al verlo sin camiseta comprendió que eran un chico que tenía una excelente forma. Él se sentó junto a ella, y ella le dio las gracias, John le pidió que le contase que había sucedido, pero ella no pudo y rompió a llorar en el hombro de John. Él la abrazó con fuerza y casi de un modo involuntario ella lo besó en los labios. Aquello fue más de lo que John pudo aguantar, pues pese a todo no solo tenía sed de sangre, sino también sed de pasión.

John cogió a Anna de las muñecas y la empujó con dulzura a la cama, mientras ambos se fundían en unos solos labios. Una vez estuvieron en la cama, él empezó a quitarle la ropa a ella, y después ella hizo lo propio con las pocas prendas que le quedaban a él. La pasión se desenfrenó en aquel instante. Él la giró y comenzó a besar su espalda con ternura hasta llegar al cuello, después la giro y repitió el mismo proceso. Se besaron de nuevo, y ella le mordió el labio, el sabor de la sangre excitó aún más a John, que casi sin poder controlarlo, comenzó a penetrarla con seguridad a la misma vez que con cariño. Combinaba estás arremetidas de pasión con sensuales juegos, que excitaban cada vez más a ambos jóvenes.

No sabía que le había pasado, lo único que sabía es que aquella humana lo había enamorado, y el necesitaba tenerla junto a él para toda la eternidad, por lo que justo en el momento exacto del clímax, sus dientes crecieron, y él pudo darle un bocado en el cuello, apartando los rojizos cabellos de la chica, que estaban enturbiados por causa del desenfreno. Anna ya era una vampiresa. Terminaron exhaustos, y fue en el momento en el que John le dio el bocado, cuando ella descubrió que su amante y salvador era un vampiro, aquello no hizo más que emocionarla más, y más aun después de comprender que tras aquel bocado ella era también una vampiresa. Después de todo aquello no hubo jamás nada ni nadie capaz de frenar la pasión, que solamente tuvo por testigo los cuerpos de estos jóvenes, y la eternidad.


viernes, 29 de mayo de 2015

Nadie dijo que amar fuese fácil

Rafa, un chico de 18 años, era un chico muy inteligente, alto, delgado y pelirrojo, sacaba buenas notas y hacía mucho deporte, pero solo tenía un defecto, el peor de los defectos. Él era diferente al resto, no le gustaba el fútbol, le encantaba el rock y el heavy, y detestaba la música electrónica. En clase muchos de sus compañeros lo ignoraba, y solo contaba con unos pocos amigos.

Siempre acudía a clase sin ningunas ganas, pues se sentía solo, marginado, como si el resto se creyesen superiores al resto. Pero a mediados de Mayo esto cambió, pues llegó a su clase una nueva chica. Rafa, como de costumbre, no se preocupó por quien era aquella chica, pues aparentaba ser igual que el resto, pero como no había otro sitio libre, aquella chica se sentó junto a Rafa. Él continuó las clases como si nada, y aquel viernes, tras clase Rafa se dirigió a un conocido pub al que iba la gente que le gustaba el heavy, al igual que a él. Se dirigió allí pues el dueño y camarero de aquel sitio era un viejo amigo suyo, elamaneue siempre estuvo, y aquel mismo viernes Rafa empezaría a ayudarlo como camarero.

Llegó al pub y Luis, su amigo, lo estaba esperando en la puerta con unas bolsas, con unas hamburguesas que habían comprado. Rafa se acercó, se dieron las manos y Luis abrió la puerta del pub. Ambos pasaron, se sentaron en una mesa, se echaron algo de beber, comenzaron a comer y al mismo tiempo comenzaron a charlar:

- ¿Cómo te ha ido la semana Rafa?- Dijo Luis mientras daba un gran sorbo a su cerveza.
- Pues normal, lo más raro que ha pasado es que ha llegado una chica nueva a clase.- Dijo Rafa con desdén.
- ¿Y qué te ha parecido esa chica, quizás esa sea la tuya?- Dijo entre carcajadas Luis.
- Lo cierto es que la chica es mona.- Dijo Rafa- El único problema que veo es que no es mi tipo de chica parece muy superficial, aunque sea algo simpática, se sentó a mi lado, y me ha tratado bien, pero sinceramente no creo que sea mi tipo de chica, ni yo su tipo.
- ¿Tú tipo de chica?- Gritó Luis entre carcajadas- Mejor será que empecemos a prepararnos para abrir, y que nos dejemos de chistes.

Luis y Rafa comenzaron a preparar todo, y en especial este último estaba muy nervioso, pues era su primer día como camarero junto su amigo. Cuando dieron las cinco de la tarde Luis volvió a levantar la persiana del pub, que había bajado cuando entraron a comer, y a los pocos minutos empezó a llegar gente. Rafa pasó una tarde muy tranquila, pues el trabajo de camarero se le daba mejor de lo que él creía. No estaba apenas cansado, aunque el volumen de trabajo que hubo fue elevado. Para las ocho de la tarde solo quedaba una pareja, y Rafa y Luis decidieron tomarse algo, pues era el mejor momento. Justo cuando Rafa estaba echando en los dos vasos el whiskey se abrió la puerta y entraron tres chicas, Luis había salido a por comida, así que Rafa apartó los vasos y se acercó a aquellas chicas.

Su sorpresa fue monumental cuando vio que una de las chicas era su nueva compañera de clase. Rafa no se lo podía creer, aquella chica había cambiado aquella ropa que la hacía parecer una chica pija por una camiseta de AC/DC, unos vaqueros rotos y unas deportivas oscuras. Ella ser ruborizó, pues tampoco esperaba encontrar a aquel chico en aquel sitio. El preparó las tres cervezas que las chicas le pidieron, y una vez se las hubo puesto fue a terminar de preparar su whiskey, pero justo entonces aquella chica le habló:

- Perdona Rafael, creo recordar que te llamas así- dijo la chica- soy Laura, de tu clase. 
- Ah, si, perdona Laura, si soy Rafael, pero por favor prefiero que me llamen Rafa.-Dijo el sorprendido.- Me vas a permitir que te diga una cosa.
- Claro que si Rafa.- Dijo ella.
- Cuando te vi entrar en clase me pareciste una chica pija, aunque he de reconocer que mona- dijo él sin vacilar ni un solo instante- y me alegro de haberme equivocado. Si durante estos días no te he hablado ha sido por eso.
- No te preocupes, yo también me parecía odiosa con esa ropa, aunque quiero hacerte una pregunta, ahora que veo como piensas, más o menos. ¿Los de clase son así de estúpidos con la gente como tú, o solo contigo?
- Si te vieran ahora mismo seguro que te marginarían- dijo con media sonrisa él- aunque siempre que quieras puedes volver a hablar conmigo.

Continuaron hablando durante un par de horas, mientras ella tomaba algo con sus amigas. Se intercambiaron los números de teléfono y poco después de las diez y media ella se marchó, y fue entonces cuando Luis y él cenaron. Ambos hablaron muy animadamente durante la cena, y de nuevo Luis le preguntó por aquella chica, y esta vez Rafa si reconoció que le gustaba. El fin de semana pasó muy rápido para Rafa, quizás por su nuevo trabajo, o quizás por el hecho de que estaba deseando volver a aquella chica.

El lunes Laura y Rafa quedaron para ir juntos a clase, pues la casa de Laura le pillaba de paso a Rafa. Está vez fue al instituto con una ropa más parecida a la de Rafa que a la del resto de sus compañeros, lo que provocó recelos y risas por parte de los otros compañeros.  Pero eso no le molestaba a Laura, pues se sentó con Rafa y ambos estuvieron prácticamente toda la mañana hablando, ignorando al resto de sus compañeros. Así ocurrió a lo largo de los días y semanas siguientes, hasta que finalmente terminó el curso, y Rafa la invitó a que fuese al pub aquel último viernes de clase para celebrar su particular cena de graduación.

Cuando aquel día llegó Laura con sus dos amigas, una de las cuales había comenzado una relación con Luis. Los cinco cenaron, y durante la cena Laura y Rafa estaban muy caramelosos, como si fuesen novios, los dos se gustaban, pero por causa del dolor, ninguno de los dos se atrevía a dar el primer paso. Aún así ambos estaban muy contentos con aquella situación, pues no eran nada y a la vez lo eran todo. Tras cenar las chicas se quedaron allí mientras los chicos trabajaban, y tras cerrar se quedaron allí tomando algo, hasta que dieron las 5 de la mañana, y cada uno se fue para su casa.

Rafa insistió en acompañar a Laura, pues era muy tarde, mientras que Luis acompañó a las otras dos chicas. Cuando estaban cerca de llegar a casa de Laura un chico salió desde la sombra de un portal, portando un cuchillo de aspecto impecable. Se acercó a ellos, empujó a Rafa contra el suelo y e dijo a Laura que le diese el collar y las pulseras de plata que llevaba. Ella se negó, pues era un antiguo regalo de su abuela, ya fallecida, y ante esta negativa el ladrón avanzó con intención de clavarle el cuchillo. Entonces ocurrió, Rafa se levantó con rapidez y paró el cuchillo con su propio pecho. Al instante cayó al suelo, al tiempo que aquel atracador, asustado, huía de aquel lugar. Un hombre que pasaba en coche paró y llamó a una ambulancia. Rafa se estaba desangrando a gran velocidad, y Laura apoyó la cabeza de Rafa en sus piernas. La ambulancia no tardó mucho en llegar, pero aún así no llego a tiempo, pues justo cuando los primeros rayos de la mañana se posaron sobre ellos, Laura lo besó en la boca desesperada, intentando hacer cualquier cosa para que se salvase, pero aún así él, en aquel beso, depositó su último aliento.

Dedicado a todas las personas que me han apoyado en estos últimos 4 años, y muy en especial a todos los que me habéis apoyado este año, me seguís apoyando y me apoyaréis, porque todo esto es posible gracias a vosotros. Para todos y todas los que me habéis dado vuestra confianza, a los que me habéis leído y a los que me habéis animado. Para todos vosotros es está dedicatoria. Esto no es más que el principio.

Klaus, Granada, 30 de Mayo de 2015

jueves, 16 de abril de 2015

Precipicio

Él estaba al borde de aquel precipicio. Su mente se encontraba más clara de lo que nunca había estado. Pensó en ella, y se encontró preparado. Dio un paso hacia delante, y se precipitó.

Todo había comenzado unos meses antes, mientras Marcos se encontraba en el instituto, al finalizar un largo día de clases. Caminaba despacio por la calle, mientras contemplaba aquella parte de la ciudad. Al pasar por un parque vio a Laura, la chica que le gustaba, con una amiga, ambas estaban tomando unos refrescos y charlando animadamente. Tomó el valor necesario, y se acercó a ellas, saludándolas, y dándole un par de besos a cada una. Laura le presentó a su amiga, y acto seguido Marcos le pidió a Laura hablar a solas. Ella aceptó y se alejaron un poco, dejando a Ana, la amiga de Laura, sola. Marcos abrió su corazón a Laura, se lanzó en un salto sin paracaídas directamente hacia el suelo, pues no sabía que Laura había comenzado a salir con un chico. Ella le contó que ya tenía pareja, pero que aún así lo quería como a un hermano, y que siempre estaría para él.

Aquello supuso un duro golpe para Marcos, que se alejó de aquel lugar abatido, pues pese a ella seguía siendo su amiga, lo había rechazado como pareja. Después de aquello decidió, que como el día siguiente no tenía clase, ir a dar un paseo para intentar olvidar aquello. Sin duda era un alama rota de la que caía sangre negra. No podía parar de dar vueltas a la cabeza, así que estuvo paseando hasta tarde. El día siguiente se despertó muy tarde, y al despertar vio un papel que le habían dejado sus padres, diciendo que estarían fuera todo el fin de semana. Aquello supuso un alivio para Marcos, que paso todo el día tumbado en su habitación, hasta que tuvo hambre y decidió comer algo. Cuando fue a la cocina comprobó que no había comida, por lo que cogió su cartera, las llaves, y dejó el móvil encima de la mesa.

Fue a una tienda cercana, y compró una bolsa de patatas y una lata de cerveza, pues apenas tenía hambre ya. En vez de ir de nuevo a su casa decidió ir a un parque, retirado, al que apenas iba gente, y donde seguramente no lo encontraría nadie. Camino un buen rato, y cuando llegó se tumbó en un banco de piedra que había en una esquina, en un lugar donde había una farola fundida, por lo que la oscuridad le hacia pasar desapercibido.  Llevaba cerca de dos horas allí, dando vueltas a la cabeza, cuando escucho como alguien se acercaba corriendo a aquel parque, se giró para ver quien era, y comprobó que era Ana, la amiga de Laura. Como estaba en aquel oscuro lugar, la chica no se percató de la presencia de Marcos. Él estaba extrañado, pues la chica estaba jadeando, y nada más llegar al parque se escondió tras un matorral. Marcos no sabía si acercarse o no, pero antes de que pudiese tomar una decisión llegó un chico, corriendo. Cuando aquel chico llegó al parque grito con todas sus fuerzas:

-Se que estás aquí, puta, sal y no te haré demasiado.

Aquel chico comenzó a buscar a Ana por el parque, pero como no la encontró se dispuso a irse. Justo cuando había salido del parque sonó el móvil de Ana, y el chico corrió hacía el matorral, y propinó una fuerte patada a Ana. En ese momento algo pasó por la mente de Marcos, que se levantó, y golpeó en la nuca a aquel chico justo en el momento que iba a coger a Ana de los pelos, dejándolo inconsciente. Marcos la ayudó a levantarse, y dijo que debían llamar a la policía, pero el no tenía el móvil, y el móvil de Ana se había roto de la patada.  Ana estaba muy asustada, y no podía articular palabra alguna. Marcos, que conocía aquella parte de la ciudad muy bien, la cogió de la mano, con delicadeza, y la condujo todo lo rápido que pudo a una para da de taxis cercana. Por suerte para ellos había un par de taxistas que los ayudaron. 

Después de hablar con la policía, Ana quiso regresar a casa, pero Marcos insistió en acompañarla a su casa, para que no estuviese sola. En aquel momento aquella chica se sentía reconfortada, y muy agradecida con Marcos, que podía haberse metido en un lío por ayudarla. Cuando llegaron a casa de ella, Marcos la abrazó, sin que ella se lo pidiese, pero que supuso un alivio para ambos, tras aquella dura noche. Marcos volvió a casa, y fue directo a su cama, pues todo aquello lo había agotado, pero a ka vez había conseguido olvidar por un momento el duro golpe que le había dado Laura. 

Todo continuó como de costumbre, aunque Marcos continuaba algo triste. A los pocos días, cuando Marcos salió del instituto, vio que Ana estaba allí, esperándolo. Cuando lo vio salir se acercó a él y lo abrazó, e insistió en invitarlo a comer, por todo lo que había hecho por ella. Aquella comida fue muy larga, y hablaron y tontearon mucho, hasta que la luna hizo acto de presencia. En ese momento Ana indicó que debía irse ya a casa, y de nuevo Marcos la acompañó. Poco antes de llegar a su casa, marcos, la cogió de la mano y ambos pararon. En aquel momento, se miraron, sonrojados, y Marcos la besó en la boca. Ella lo miró, y le susurró al oído: "Si me quieres bésame, y una vez que lo hagas, seré tuya, y tú serás mio." Marcos no lo pensó ni un solo momento, le soltó las manos, su mente le indicaba que se fuera, pero su corazón no pensaba lo mismo, así que la besó.

Después de aquello comenzó una bonita relación, y en verano, ambos se fueron de viaje a la playa, junto a Laura y su chico. Se lo estaban pasando muy bien, y en ese momento Marcos decidió subir a un acantilado, y tirarse, pues no había ningún tipo de riesgo. Solamente quería hacerlo por una cosa, desde chico quería saber que se sentía al volar como un halcón. Y allí se encontraba, frente a aquel alto precipicio, dispuesto a intentar cumplir uno de sus más hondos deseos. Su mente se encontraba más clara de lo que nunca había estado. Pensó en ella, y se encontró preparado. Dio un paso hacia delante, y se precipitó. Sintió como un cosquilleo acompañó su salto, y al caer al agua se acercó nadando a donde estaban sus amigos, y cogiendo a Ana, la levantó, la besó, y se sintió eufórico a la vez que realizado.

¿Fin?

domingo, 5 de abril de 2015

Gatos

En aquella fría noche de invierno, en aquel Londres victoriano, Stephan, se dispuso a salir a buscar algo de comer. Él era un gato callejero que vivía buscándose la vida del modo en el que podía, era un reflejo claro de lo que ocurría en aquella oscura ciudad. Unos pocos tenían los recursos, y el resto malvivían, sin tener en consideración al resto. Stephan comenzó a caminar entre aquellos tejados, buscando alguna ventana abierta o algún montón de basura donde encontrar algo que comer. Por suerte para él, no muy lejos de su guarida había una ventana abierta, en cuyo quicio había una cesta de arenques frescos, que seguramente estarían a punto de ser ahumados. Agarró un par de ellos con la boca, cuando observo que un cuchillo se dirigía volando hacia él, aunque por suerte pudo escapar y huyó de allí a toda prisa.

En cuanto regresó a los tejados, comenzó a andar más tranquilo y feliz, pues aquel día había encontrado comida, y llevaba algunos días sin comer nada. Pero su tranquilidad se truncó justo antes de llegar a su guarida, pues escuchó el ladrido de unos perros, y los aullidos de dolor de una joven gata. Vio que dos perros estaban atacando a una gatita, así que sin pensarlo soltó los arenques que tenía en la boca, y saltó sobre aquellos perros. Forcejeó con ellos, los arañó, e incluso consiguió lograr que se fuesen de aquel lugar. Estaba dolorido, su pata sangraba a causa de un bocado que uno de aquellos perros le había dado, y se acercó como pudo a aquella gatita, que se encontraba inconsciente a causa de sus heridas y del miedo que había pasado. Stephan golpeó con suavidad a aquella gata, con la intención de ver si despertaba, pero no despertó. Estaba pensando en que hacer, pero al escuchar de nuevo como se acercaban unos ladridos, cogió a aquella gata con la boca, y dificultosamente logró subir a los tejados, y la llevó a su guarida. La dejó acurrucada en una pequeña cama hecha de hojas marchitas, y regresó a por los arenques.

Llegó exhausto, en gran parte por el dolor que sentía en su pierna, sentía como si aquella herida estuviese ardiendo. Así que al regresar con los arenques, los dejó en el suelo, y lamió las heridas de aquella gatita para limpiarlas, y después cayó presa del cansancio. Durmió hasta la noche, y despertó tras un fuerte estruendo, probablemente a causa de un disparo. Al despertarse lo primero que hizo fue asegurarse de que aquella gatita estuviese allí. Estuvo un buen rato mirándola, viendo como respiraba, no podía dejar de mirar a aquella gatita. Al cabo de un rato se acercó, y comprobó que aquella gatita tenía un colgante, que estaba en muy mal estado, lo que mostraba que la habían abandonado tiempo antes. En aquel colgante se leía un nombre, Ana.

Stephan dejó que Ana siguiese descansando, y él fue a buscar algunas hojas empapadas, que puso sobre las heridas de Ana. Al poner las hojas sobre las heridas de Ana, aquella gatita reaccionó, abriendo tímidamente los ojos, y retirándose asustada. Stephan se acercó a ella, y le acarició el lomo con la cabeza, lo que reconfortó a Ana, que se sentía muy dolorida a causa de sus heridas. Stephan le entregó los arenques que había cogido, y Ana comió uno, pero se percató de que Stephan no había comido, y le acercó el segundo arenque con la cabeza. Stephan no quería comer, pero terminó sucumbiendo, ante el hambre y la insistencia de Ana.  Era tarde, pero habían dormido todo el día a causa de sus heridas, por lo que pasaron la noche contemplando aquella oscura ciudad desde lo alto de uno de los tejados cercanos, mientras que Ana tenía su cabeza apoyada en el lomo de Stephan. De vez en cuando Stephan quitaba aquellas hojas que había puesto en las heridas de Ana, y las lamía, para evitar que se infectaran.

Después de aquella noche Ana y Stephan continuaron juntos, y él no permitió que ella hiciese ningún tipo de esfuerzo, pues temía que aquellas heridas no sanasen. Todo les iba fenomenal y solían pasar muchas noches como aquella, aunque en vez de lamer sus heridas, Stephan le mordía el hocico en señal de amor. Hasta que un día, después de ir a buscar algo de comer, al regresar descubrieron que aquella guarida donde tantas noches habían pasado. Aquel edificio había sido dinamitado, y con aquel edificio se había dinamitado el único lugar de Londres donde podían estar sin que nadie les molestara o atacara. Aquello supuso un duro golpe para aquella pareja, un golpe que lejos de separarlos los había unido más, se vieron unidos frente al dolor.

No sabían donde ir, así que comenzaron a deambular por aquella oscura ciudad, buscando algún lugar donde poder quedarse, donde poder crear su nuevo hogar. Caminaron durante el día, y caminaron durante la noche, buscando sin resultado aquello que anhelaban, pero no lo encontraron, porque el destino así lo dispuso. Un día, mientras comían unos trozos de pan, que un niño les había dado, escucharon unos ladridos, que parecían venir desde la lejanía, por lo que no se asustaron. Pero antes de que terminasen de comer aquel pan, un gran perro se había colocado frente a ellos, era un perro colosal, que parecía venido del mismo infierno.

Antes de que pudiesen reaccionar, aquel perro avanzó con idea de atacar a Ana, y justo en el momento que las fauces de aquel cánido atrapasen a Ana, Stephan saltó, poniéndose entre ambos, y recibiendo él el mordisco. Cayó inconsciente al instante, pero por suerte antes de dar el segundo bocado llegó el dueño de aquel perro, y se lo llevó. Ana estaba horrorizada, creía que Stephan había muerto, pero se dio cuenta de que estaba vivo cuando se acercó un poco y vio su respiración. Cogió a Stephan del cuello con su boca, y lo condujo a un edificio abandona, que se encontraba cerca de allí, y donde habían pasado la noche anterior. La herida de Stephan no era demasiado grave, y por suerte la fina lluvia de Londres, hizo que la herida se limpiase. Cuando llegó al edificio descansó un momento, pues él era más pesado que ella, y tras esa pequeña pausa lo subió a la azotea de aquel edificio, una azotea desde donde se veía todo Londres.

Lo dejó allí, y fue en busca de algunas hojas para tapar su herida, pero no encontró hojas, solamente un pañuelo de seda, que arrastró hasta el lugar donde estaba Stephan, y lo puso sobre su herida. Él continuaba inconsciente, y solamente reaccionó después de que ella acariciase su lomo con su cabeza. Abrió los ojos, pero estaba demasiado dolorido y agotado como para poder moverse, así que no se movió, y continuó tumbado en el suelo. Ana estaba destrozada por ver el estado en el que se encontraba Stephan, así que puso su cabeza en el lomo de aquel gato, y de sus ojos comenzaron a caer unas finas lágrimas. La lluvia arreció y comenzó una fuerte tormenta que sumió a Londres en la oscuridad. Una oscuridad solamente rasgada por unos blanquecinos y relucientes rayos.

Ana, lejos de estar asustada por aquella tormenta, estaba asustada y preocupada por Stephan, ella solamente quería pasar el resto de su vida con él, solamente quería pasar el resto de la eternidad junto a él.  Estaba pensando en aquello, deseándolo con todas sus fuerzas mientras que lloraba junto al cuerpo de Stephan, que había vuelto a quedar inconsciente. Y entonces pensó que desearía que ambos fuesen pájaros, que pudiesen volar lejos de cualquier amenaza, y de ese modo ellos estarían a salvo. Deseó aquello con tal fuerza, que el destino hizo caer sobre ellos un rayo. Cuando abrieron de nuevo los ojos comprobaron que ya no eran gatos, sino que ahora eran dos fénix.

Y fue entonces cuando se alejaron volando por encima del Old Bailey, por encima de las nubes, y de este modo volaron a la eternidad sin más testigo que la luna y el amor.


De Ana a Stephan, porque ni el destino podrá deteneos. 

sábado, 4 de abril de 2015

Escritor

Estaba allí frente a la pantalla del ordenador, estaba a punto de empezar a escribir el último capitulo de aquel libro. Estaba exhausto, llevaba horas frente a aquella pantalla y solamente había parado en dos ocasiones, para descansar la vista, y despejar su mente. De aquel ordenador salían aquellas notas rockeras, que lo habían acompañado durante el tiempo que estuvo escribiendo, pues odiaba escribir en silencio. Junto al ordenador había unas latas de cerveza, lo único que había bebido mientras escribía. Cogió la última que había abierto, y bebió lo poco que quedaba de un solo sorbo. Estiró sus brazos hacia arriba, pues estaba muy cansado, y al hacerlo notó que desde su móvil salía una pequeña luz roja, lo que significaba que había recibido un mensaje. Cogió el móvil y leyó aquel mensaje.

"Voy a tardar un poco más de la cuenta, así que no te des mucha prisa en arreglarte."

Había olvidado por completo que aquella noche iba a salir a tomar algo y a despejarse. Fue hacia el cuarto de baño, y sin perder tiempo se afeitó frente al espejo y después se duchó. Por suerte era una persona que tardaba poco en prepararse, y cuando miró el teléfono, vio que apenas habían pasado veinte minutos y ya estaba preparado. Su amigo tardaría en llegar, y al le daba tiempo de sentarse en el sofá y tomarse una bebida energética, pues realmente estaba agotado. Cuando se sentó en el sofá, abrió la lata de bebida energética y se puso algo de música, al tiempo que comenzaba a pensar.

Realmente no se creía que estuviese a punto de terminar su primer libro, aquello había sido siempre su sueño. Llevaba años escribiendo, pero siempre pequeñas entradas en un modesto blog, pero cuando le ofrecieron la oportunidad de escribir su primer libro no dudó ni un solo segundo. Comenzó a acordarse de como a lo largo de su vida casi nadie lo había apoyado, y mucha gente lo trataba como si fuese inferior, como si no hiciese nada importante. Pocas personas lo habían apoyado incondicionalmente, esas personas de las que él nunca se olvidó.

Había aprendido muchas cosas de aquellas personas que lo habían apoyado, pero también había aprendido cosas muy valiosas de aquellos que lo habían menospreciado o traicionado. Sabía perfectamente que aquella sociedad estaba podrida, llena de elementos tóxicos que contaminaban a las pocas personas que valían la pena. Pero pese a que habían sido pocas las personas que lo apoyaron, él siempre las había tenido en mente, y siempre que pensaba en dejar de escribir, pensaba en ellos y en que no podía defraudarlos, por lo que siempre volvía a escribir.

Desde muy chico siempre había leído, y siempre le había llamado la atención el mundo de los escritores. Conforme crecía continuaba leyendo, le encantaba pasar noches enteras leyendo  libros de fantasía, su género favorito, aunque su mayor debilidad tenia nombre propio, Espronceda. Había conocido la obra de Espronceda un día en clase, y le pareció lo mejor que había leído en mucho tiempo, de modo que comenzó a leerlo, hasta convertirse en un autor que nunca faltaría en sus estanterías.

De pronto, mientras recordaba aquello esbozó una sonrisa, pues le resultaba irónico que todo el mundo le dijese que su influencia era Lorca, pues vivía en su pueblo natal. Jamás había comprendido la obra de Lorca, ni le gustaba, prefería la escritura clara y armónica de Espronceda a la escritura confusa de Lorca. Aquel escritor no nació en el pueblo de su padre, pero aún así no podía renegar de aquel pueblo, pues fue allí donde decidió comenzar a escribir, y allí fue donde encontraba en muchas ocasiones su inspiración, y allí es donde se encontraban sus amigos, aquellos que siempre lo animaban, y sin los que difícilmente habría logrado lo que estaba consiguiendo.

Pero jamás olvidaría su mayor fuente de inspiración, algo por lo que el sentía un especial cariño, la luna. Siempre que podía cogía un libro, una cerveza, y salía a leer a la calle, a cualquier parque o la terraza de un bar, contemplando la luna, pensando en todos los misterios que esconde. Pensando que ella, aquella luna, era la única que jamás lo abandonaría. De hecho, si podía escribir de noche lo hacía, siempre con la luna de fondo, de este modo se sentía mucho más reconfortado, como si ella estuviese vigilando que todo saliese bien. De hay que muchas de las veces que escribía, la luna o la noche, jugasen algún tipo de papel en aquellos relatos.

Mientras pensaba y recordaba aquello, contemplaba el caos que había en aquella habitación, pero sus ojos se fijaron en una pequeña estampa, la estampa del Campo del Príncipe. De nuevo pensó que sus relatos no tendrían ningún sentido sin aquel sitio, aquella plaza que tantos momentos le había dado en su vida. Aquel amplio espacio al que muchas tardes había subido simplemente con una libreta y un bolígrafo, y debajo de alguno de sus arboles, se había sentado y había escrito alguno de sus más preciados relatos, alguno de los cuales se guardó solo para él.

Muchas personas le habían dicho a lo largo del tiempo que sus relatos mostraban una personalidad en decadencia, oscura y atormentada, y quizás no se equivocaban mucho, pues a lo largo de su vida había sufrido mucho. La mayoría de los que le rodeaban lo trataban mal o lo utilizaban, sin importarle lo que pudiese sentir, o como se encontraba, lo que queda reflejado en todos sus escritos. Su salud había sido muy débil en muchas ocasiones, aunque ahora se encontraba muy bien, pero aquello también marcaría su estilo, que muchos indicaban que era un estilo oscuro.

Aunque también todo el que leía sus obras se daba cuenta de que había un elemento que siempre solía estar presente, el amor. Y a él, que ahora estaba pensando en ello le resultaba muy curioso, porque no es que tuviese precisamente una vida amorosa muy completa, sino todo lo contrario. Poco había sido el amor que había recibido, y el poco que había recibido pronto se había convertido en dolor. ¿Quizás aquello sería su más profundo anhelo, encontrar alguien de nuevo?. Se estaba preguntando aquello cuando de nuevo sonó el teléfono, su amigo ya estaba en la puerta, por lo que cogió el móvil, la cartera, y se fue hacia la puerta, pensando que si el destino había querido así, por algo sería, por lo que seguiría escribiendo cada vez que pudiese.

Dedicado a todos aquellos que nunca confiaron en mi, ya que gracias a ellos no pienso parar de escribir por darle la razón. Dedicado a todos los que siempre confiaron en mi, porque sin ellos nada de esto sería posible. y sobretodo dedicado a esas personas, que no es necesario nombrarlas, porque ellas saben quien son, que siempre me apoyan, me dan ideas, y se interesan por mi, porque estas líneas son para ellos.

miércoles, 25 de marzo de 2015

Hombre Lobo

Todo comenzó una oscura noche de primavera. Era una noche oscura, porque las nubes tapaban la luna, pero aún así era una noche calurosa. Dani, un chico alto y pelirrojo, decidió salir a dar un paseo por un bosque cercano, un bosque que el conocía muy bien. Cogió unas latas de refresco para pararse en un claro que conocía en aquel bosque, para tomárselas tranquilo.

Salió de casa poco después de las once de la noche, cuando sus padres hubieron partido a un viaje que debían hacer. Dani comenzó a caminar, iluminado únicamente por una pequeña linterna, pero aún así conocía muy bien aquel bosque. Cuando llegó a aquel claro se sentó en una de las grandes piedras que allí había. Abrió una lata de refresco de frambuesa y comenzó a beberlo, mirando al cielo, dándose cuenta de que poco a poco se estaban yendo las nubes. Estaba concentrado, mirando el cielo y pensando en que estaría una semana solo, sin sus padres, cuando de repente escuchó un grito de dolor. Se dirigió al otro lado del claro, y al llegar vio a un chico, algo mayor que el, tirado en el suelo, con una profunda herida en la pierna. Se acercó para ayudarlo, pero el otro chico no quería. Finalmente Dani consiguió  convencer a aquel chico, lo llevo a una zona del claro donde había una piedra de mayor tamaño que ninguna, le dio un trago de su refresco, y se dispuso a mirar la herida que tenía en la pierna. Poco a poco las nubes se disipaban. Sacó agua para curar la herida de aquel chico, y al echarla sobre la herida aquel chico aulló de dolor.

Dani paró de echar agua, y no por los gritos de dolor, sino porque a aquel chico le estaba creciendo pelo por todo el cuerpo de una forma muy rápida. Dani se asustó y retrocedió, con tan mala suerte que cayó al suelo. Al caer vio que las nubes se habían ido completamente dejando a la vista la luna, que aquel día era llena. Antes de poder reaccionar un lobo, se había echado sobre él. Dani se giró en el momento justo, y evitó que el lobo le mordiese en el cuello y lo matase. No obstante el lobo le mordió en el brazo. Dani cogió una navaja que tenía y la clavó a  aquel lobo, dándole en la base de la cabeza, matándolo en el acto. al caer al suelo, aquel lobo volvió a convertirse en el chico herido. Dani estab asustado, así que cogió la navaja con la que había matado a aquel lobo y huyó corriendo del lugar. Estaba muy confuso, pues quizás aquel chico era un hombre lobo, o quizás había asesinado a un chico en un ataque de locura.

Llegó a casa, se lavó la herida y después se la curó. Se sentía extraño, pues aquella herida no le dolía, ni siquiera cuando se curó. Se acostó molesto, pues estaba confuso, y además había recibido un mensaje de la chica que le gustaba, diciéndole que el día siguiente iría a casa de Dani. A la mañana siguiente Dani despertó, seguía muy confuso por lo pasado la noche anterior, pero aún ocurriría algo que lo dejaría más confuso. Al mirarse el brazo donde tenía la herida, descubrió que ya no estaba. Estaba demasiado confuso, no tenía ni un rasguño, pero en las sábanas aún había restos de su propia sangre. No había salido aún de su asombro cuando sonó el timbre, abrió la puerta, y vio que Marta, la chica que le gustaba ya había llegado.

La hizo pasar, y le contó todo lo que había sucedido la noche anterior. Marta no creía las palabras que Dani le decía, y no se lo creyó hasta que este le enseño la navaja de plata, ensangrentada y las sábanas manchadas de sangre. Ella le pidió que le enseñase el cuerpo del otro chico, y que cogiese una pala, pues dejar el cuerpo en la superficie podía ser peligroso. Ambos salieron de camino hasta aquel claro, y poco después habían llegado. Al llegar descubrieron que no había ningún resto de lo ocurrido la noche anterior, solamente unos rastros de sangre, muy dispersos. Dani no podía salir de su asombro, y pensó que Marta se enfadaría con él, pero no fue así. Marta le dijo que a ella le encantaban las historias de hombres lobo, y que aquello había sido algo que a ella le había gustado, le parecía una buena broma. Después volvieron a casa, donde tomaron unas cervezas, y cuando estaban algo contentos se besaron, y comenzaron aquel día su relación.

Todo les fue fenomenal hasta la siguiente noche en la que hubo luna llena. Habían terminado el curso y se encontraban de vacaciones, por lo que decidieron pasar la noche en un camping, que se encontraba en un monte cercano, junto a otra pareja. Llegaron, prepararon las tiendas en las que iban a dormir, y decidieron ir a dar un largo paseo. Encontraron un arroyo cercano, en el cual había una poza, en la que se bañaron y estuvieron hasta que anocheció. Decidieron volver, pero sin prisa pues habían llevado comida, y la habían tomado antes de salir de vuelta al camping. Pronto la noche cayó sobre ellos, y con ella el reino de la luna, una luna que aquella noche relucía esplendida. Todo parecía idílico hasta que finalmente abandonaron la arboleda que estaban atravesando, y los plateados rayos de la luna tocaron la morena piel de Dani. Entonces cayó al suelo y comenzó a convulsionarse, y todo su cuerpo empezó a llenarse de pelos, sus manos se transformaron en garras y su boca en un afilado hocico de lobo. El cambio se había completado finalmente.

Cuando ocurrió esto Marta se acordó de lo que había sucedido el día que fue a casa de Dani. Ella gritó a la otra pareja para que se marchasen con rapidez del lugar mientras que ella se agachaba, y sujetando a su chico, ahora transformado en lobo, intentaba evitar que la transformación se completase. Pero aquello fue inútil, la transformación ya había culminado. La otra pareja, que había ignorado las palabras de Marta, y contemplaban aquella escena con estupor, contemplaron como aquel lobo golpeaba a Marta, y la tiraba contra un árbol. Intentaron escapar, pero ya era demasiado tarde, corrieron pero Dani alcanzó primero a la chica, matándola tras clavarle las garras en el cuello, dejándola allí, desangrándose. Después dio caza al otro chico, y empujándole contra un árbol lo mató, pues una rama atravesó el corazón de aquel desgraciado e incauto chico.

Aquel lobo, que minutos antes había sido Dani, volvió en busca de la tercera de sus victimas, Marta. Cuando llegó la encontró en el suelo, muerta de miedo, y sin poder moverse, pues cuando la arrojó le había partido la pierna. Se acercó a ella con intención de matarla y después alimentarse de su carne, pero cuando fue a matarla vio algo en los ojos de aquella chica que lo detuvo. Los ojos de Marta estaban brillando con miedo, pero también mostraban una tristeza y un amor por Dani, su chico, que ahora se encontraba bajo aquella maldición. Marta estaba cada vez más asustada, pues aquel lobo se acercaba a ella, y de repente, con una de sus garras agarró firmemente la cabeza de la chica y la arrimó a su boca. Marta notó que aquel sería su fin. Pero el lobo, que no había dejado de ser Dani, aunque muy en el interior, le mordió el labio, rompiéndolo, pero sin causar grandes daños a Marta. Y después la arrastró hasta el camping en el que estaban, tras lo cual huyó a la profundidad del bosque.

Al día siguiente Dani llegó al campamento desorientado, pues no recordaba nada de la noche anterior, corrió hacia la tienda donde estaba Marta, y se la encontró tumbada, dolorida, con la pierna partida y el labio roto. Dani llamó a una ambulancia, y le preguntó a Marta acerca de la noche anterior, a lo que ella le respondió con todo lujo de detalles. Dani estaba destrozado, pues había matado a sus mejores amigos, y había herido a su chica. Le explicó que se iría al campo, lejos de la civilización para no volver a herir a nadie, y ella insistió en ir con él, pues a fin de cuentas, la había mordido, y la había convertido en licantropo también. Él acepto, aunque muy a su pesar, y cuando Marta hubo abandonado el Hospital, se dirigieron a un bosque que había bastante lejos, y al que apenas iba gente, y casi nunca por la noche.

Tiempo después la luna, caprichosa arbitra de esta historia, decidió que era el momento propicio de que se produjese una nueva luna llena. Cuando Dani y Marta vieron aquella luna, y justo en el momento en el que ella los azotaba con sus pálidos rayos plateados, se besaron. Al hacer aquello sus almas quedaron unidas para siempre, y se transformaron en lobos, lobos que solamente recuperan su forma humana cuando se produce luna llena. Y según cuenta la leyenda, solamente podrán abandonar este juramento cuando la luna, justa juez del amor, lo decida.