jueves, 16 de abril de 2015

Precipicio

Él estaba al borde de aquel precipicio. Su mente se encontraba más clara de lo que nunca había estado. Pensó en ella, y se encontró preparado. Dio un paso hacia delante, y se precipitó.

Todo había comenzado unos meses antes, mientras Marcos se encontraba en el instituto, al finalizar un largo día de clases. Caminaba despacio por la calle, mientras contemplaba aquella parte de la ciudad. Al pasar por un parque vio a Laura, la chica que le gustaba, con una amiga, ambas estaban tomando unos refrescos y charlando animadamente. Tomó el valor necesario, y se acercó a ellas, saludándolas, y dándole un par de besos a cada una. Laura le presentó a su amiga, y acto seguido Marcos le pidió a Laura hablar a solas. Ella aceptó y se alejaron un poco, dejando a Ana, la amiga de Laura, sola. Marcos abrió su corazón a Laura, se lanzó en un salto sin paracaídas directamente hacia el suelo, pues no sabía que Laura había comenzado a salir con un chico. Ella le contó que ya tenía pareja, pero que aún así lo quería como a un hermano, y que siempre estaría para él.

Aquello supuso un duro golpe para Marcos, que se alejó de aquel lugar abatido, pues pese a ella seguía siendo su amiga, lo había rechazado como pareja. Después de aquello decidió, que como el día siguiente no tenía clase, ir a dar un paseo para intentar olvidar aquello. Sin duda era un alama rota de la que caía sangre negra. No podía parar de dar vueltas a la cabeza, así que estuvo paseando hasta tarde. El día siguiente se despertó muy tarde, y al despertar vio un papel que le habían dejado sus padres, diciendo que estarían fuera todo el fin de semana. Aquello supuso un alivio para Marcos, que paso todo el día tumbado en su habitación, hasta que tuvo hambre y decidió comer algo. Cuando fue a la cocina comprobó que no había comida, por lo que cogió su cartera, las llaves, y dejó el móvil encima de la mesa.

Fue a una tienda cercana, y compró una bolsa de patatas y una lata de cerveza, pues apenas tenía hambre ya. En vez de ir de nuevo a su casa decidió ir a un parque, retirado, al que apenas iba gente, y donde seguramente no lo encontraría nadie. Camino un buen rato, y cuando llegó se tumbó en un banco de piedra que había en una esquina, en un lugar donde había una farola fundida, por lo que la oscuridad le hacia pasar desapercibido.  Llevaba cerca de dos horas allí, dando vueltas a la cabeza, cuando escucho como alguien se acercaba corriendo a aquel parque, se giró para ver quien era, y comprobó que era Ana, la amiga de Laura. Como estaba en aquel oscuro lugar, la chica no se percató de la presencia de Marcos. Él estaba extrañado, pues la chica estaba jadeando, y nada más llegar al parque se escondió tras un matorral. Marcos no sabía si acercarse o no, pero antes de que pudiese tomar una decisión llegó un chico, corriendo. Cuando aquel chico llegó al parque grito con todas sus fuerzas:

-Se que estás aquí, puta, sal y no te haré demasiado.

Aquel chico comenzó a buscar a Ana por el parque, pero como no la encontró se dispuso a irse. Justo cuando había salido del parque sonó el móvil de Ana, y el chico corrió hacía el matorral, y propinó una fuerte patada a Ana. En ese momento algo pasó por la mente de Marcos, que se levantó, y golpeó en la nuca a aquel chico justo en el momento que iba a coger a Ana de los pelos, dejándolo inconsciente. Marcos la ayudó a levantarse, y dijo que debían llamar a la policía, pero el no tenía el móvil, y el móvil de Ana se había roto de la patada.  Ana estaba muy asustada, y no podía articular palabra alguna. Marcos, que conocía aquella parte de la ciudad muy bien, la cogió de la mano, con delicadeza, y la condujo todo lo rápido que pudo a una para da de taxis cercana. Por suerte para ellos había un par de taxistas que los ayudaron. 

Después de hablar con la policía, Ana quiso regresar a casa, pero Marcos insistió en acompañarla a su casa, para que no estuviese sola. En aquel momento aquella chica se sentía reconfortada, y muy agradecida con Marcos, que podía haberse metido en un lío por ayudarla. Cuando llegaron a casa de ella, Marcos la abrazó, sin que ella se lo pidiese, pero que supuso un alivio para ambos, tras aquella dura noche. Marcos volvió a casa, y fue directo a su cama, pues todo aquello lo había agotado, pero a ka vez había conseguido olvidar por un momento el duro golpe que le había dado Laura. 

Todo continuó como de costumbre, aunque Marcos continuaba algo triste. A los pocos días, cuando Marcos salió del instituto, vio que Ana estaba allí, esperándolo. Cuando lo vio salir se acercó a él y lo abrazó, e insistió en invitarlo a comer, por todo lo que había hecho por ella. Aquella comida fue muy larga, y hablaron y tontearon mucho, hasta que la luna hizo acto de presencia. En ese momento Ana indicó que debía irse ya a casa, y de nuevo Marcos la acompañó. Poco antes de llegar a su casa, marcos, la cogió de la mano y ambos pararon. En aquel momento, se miraron, sonrojados, y Marcos la besó en la boca. Ella lo miró, y le susurró al oído: "Si me quieres bésame, y una vez que lo hagas, seré tuya, y tú serás mio." Marcos no lo pensó ni un solo momento, le soltó las manos, su mente le indicaba que se fuera, pero su corazón no pensaba lo mismo, así que la besó.

Después de aquello comenzó una bonita relación, y en verano, ambos se fueron de viaje a la playa, junto a Laura y su chico. Se lo estaban pasando muy bien, y en ese momento Marcos decidió subir a un acantilado, y tirarse, pues no había ningún tipo de riesgo. Solamente quería hacerlo por una cosa, desde chico quería saber que se sentía al volar como un halcón. Y allí se encontraba, frente a aquel alto precipicio, dispuesto a intentar cumplir uno de sus más hondos deseos. Su mente se encontraba más clara de lo que nunca había estado. Pensó en ella, y se encontró preparado. Dio un paso hacia delante, y se precipitó. Sintió como un cosquilleo acompañó su salto, y al caer al agua se acercó nadando a donde estaban sus amigos, y cogiendo a Ana, la levantó, la besó, y se sintió eufórico a la vez que realizado.

¿Fin?

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