viernes, 5 de junio de 2015

Sangre 2

La vida de Anna y John transcurría con total normalidad, dentro de la normalidad que da ser un vampiro.  Después de aquella noche de pasión desenfrenada, Anna tuvo que abandonar el hogar de sus padres, y trasladarse a vivir con John, lo que no le costo nada. Ambos vivían solos, y John jamás mencionaba nada de su familia, aunque la curiosidad comenzaba a picarle a Anna, poco a poco. Ambos logrado encontrar un trabajo en otra ciudad, y iban a cazar presas a un bosque cercano. Dado el bullicio de aquella ciudad nadie se daba cuenta, y su vida era, aparentemente, la de una pareja de jóvenes que empezaban su vida juntos.

Llevaban dos meses en aquel hogar, al que habían llegado sin avisar a nadie. Era una tormentosa noche de noviembre, y Anna se encontraba sola en casa, pues John había salido a comprar. Ella estaba sentada en el sofá, descansando, cuando de repente, entre los relámpagos y los truenos, sonó el timbre del piso. Se levantó y se dirigió a la puerta, pues pensó qué sería John, que se había dejado allí las llaves, pero al abrir la puerta se dio cuenta de que no era él. El chico que había llamado a la puerta era algo más alto que John, parecía musculoso aunque decaído, vestía de oscuro, llevaba una especie de funda de guitarra en la espalda, y en sus pies había una mochila. Le miró la cara, y lo poco que dejaba ver la capucha que llevaba puesta, mostraba un rostro atravesado por una cicatriz. Cayó un relámpago, y la visión que arrojó de aquel inesperado visitante asustó a Anna. Ella sentía miedo, pues pese a que fuese una vampiresa no tenía fuerza suficiente para enfrentarse a un chico tan musculoso como aquel. Tomó algo de aliento y dijo:

- ¿Quién eres tú?- Y casi sin pensar dijo- Mi chico está apunto de venir.
- Al fuego que el raudo relámpago enciende,
que al monte y la selva parece abrasar,
un hombre a caballo la margen desciende
y al trote se sienten sus armas sonar.
Tal vez a su paso con viva vislumbre
la cruz en su escudo radiante brilló;
mas luego en tinieblas la rápida lumbre
al hombre y caballo consigo ocultó.- Dijo aquel chico, con un tono muy ceremonioso.
- No creo que debas intentar hacerme nada o acabarás herido.- Dijo ella en un intento de espantar a aquel chico.- Así que vete ahora que puedes.
-  ¿Oís?, es el cañón. Mi pecho hirviendo
el cántico de guerra entonará,
y al eco ronco del cañón venciendo,
la lira del poeta sonará.- Contestó aquel chico, y tras esto dijo- Podrías dejarme pasar, se que Joh me espera desde hace mucho tiempo.

Anna se quedó muy sorprendida, pues aquel chico sabía el nombre de su novio. Ella le hizo un gesto en la cabeza para que pasara. El entró, y siguió a Anna hasta el salón. Ella le ofreció una serie de bebidas, pero él no quería ninguna. Durante todo el rato que tardó en llegar John a casa, se produjo un incomodo silencio, a la vez que perturbador para Anna, pues aquel chico no se quitó la capucha, y los relámpagos reflejaban su cara atravesada por una misteriosa herida y una sonrisa que daba una impresión aún más maligna. Aquel silencio solo fue interrumpido por el sonido que hizo la puerta cuando fue abierta por John.

John dejó el paraguas y la chaqueta en la entrada, fue a la cocina, dejó las bolsas con todo lo que había comprado, y se dirigió al salón. Ante aquel silencio, John pensó que Anna estaría dormida, pero cuando entró al salón descubrió lo que realmente estaba sucediendo. Cuando entró en el salón, tanto Anna como el misterioso chico giraron la cabeza hacia John. Él soltó un largo suspiro y, mientras aquel misterioso chico se levantaba, dijo:

- Me alivia ver que no estás muerto, Aidan.- Dijo John mientras se acercaba a aquel chico y lo abrazaba con fuerza.
- Lamento decir que no se porque no he muerto aún.- dijo Aidan mientras se quitaba la capucha y enseñaba su cara marcada por aquella cicatriz- Esto es un pequeño regalo de Jane.
- Pero, ¿Por qué ha pasado eso, si tu siempre has estado al margen?- Dijo John cada vez más preocupado.
-Todo ha pasado porque Jane a eliminado a padre, para asumir ella todo su poder.- Dijo Aidan dejándose caer en el sillón, como si estuviese derrotado.
- Pero entonces- dijo Anna de repente- ¿De que os conocéis?
- Él es uno de mis dos hermanos.- Dijo John mientras se sentaba junto a ella.- Mi otra hermana es Jane. Perdona que no os haya presentado, pero la emoción me ha podido. Aidan, te presento a Anna, mi novia.

Aidan y Anna se saludaron por primera vez desde que que Aidan llamó a la puerta. Mientras tanto John fue a por unas copas de sangre y algo para comer, y a mientras echaba las copas explicó a Anna la historia de Aidan:

-Aidan, desde el momento mismo de su nacimiento ha sido el más inteligente de nosotros. Ha sido el favorito de mi padre para sucederle si algún día desaparecía, pues mi padre es el Rey de los Vampiros.- Al decir esto, Anna paró en seco de beber, pues aquello significaba que ella estaba con uno de los Príncipes de los Vampiros.- Desde bien joven comenzó a recorrer el mundo y siempre se ha rodeado de gente muy inteligente, además es un excelente poeta y músico. Pero Jane, mi hermana, siempre ha ansiado el poder, y al matar a mi padre, habrá asumido el trono y espera que Aidan lo reclame para matarlo. Por eso ha venido aquí, a refugiarse.
- Pues entonces quédate aquí con nosotros.- Dijo Anna sin dudar, aunque algo abrumada por las últimas noticias.- Por cierto, ¿Los versos que me has dicho antes eran tuyos?
- No.- Dijo entre grandes carcajadas.- Esos versos son de un viejo amigo mio que ya murió, su nombre era Espronceda, y después de su muerte se convirtió en alguien muy famosos. Pena que no fuese así en vida.

Después de aquella noche ya no eran dos las personas que vivían en aquel piso, y el hecho de estar saliendo con un príncipe vampiro, exiliado de la crueldad de su hermana, la emocionaba a la vez que la perturbaba.  Los días siguientes Aidan busco trabajo en diferentes sitios, hasta que finalmente logró conseguir un trabajo en una biblioteca. Conforme pasaban los días el nerviosismo de los hermanos fue rebajándose hasta que finalmente se olvidaron de todos aquellos problemas.

Pasó el invierno, y se dio paso a la primavera, y una sábado, los tres pensaron en ir al bosque a pasarla noche, para descansar de sus trabajos, y al tiempo poder mostrarse como eran, sin tener que estar metidos entre esas 4 paredes. Prepararon todo lo necesario y pusieron rumbo a un bosque que había cerca de aquella ciudad, donde los humanos no querían entrar pues había rumores de que estaba encantado. Llegaron justo en el momento en el que anochecía, y en un claro prepararon un pequeño campamento, prepararon un fuego y Aidan cogió su guitarra y comenzó a tocar algunas canciones. La tranquilidad que tenían los tres era infinita, y solo se paró cuando de entre los árboles apareció un ser encapuchado.

Sin pensar ni un momento, John se puso delante de Anna, para protegerla de aquel ser. Por su parte Aidan dejó tranquilamente la guitarra a un lado, esbozó una sonrisa, y dijo con un tono de voz muy tranquilo:

-Veo que al final nos has encontrado, hermanita.
- Cállate Aidan, he venido a completar aquello que te marcó.- Mientras decía eso se quitaba la capa y dejó a la luz una chica de belleza inigualable, aunque sus ojos emanaban maldad.- Y a quien tenemos aquí, si es John el cobarde. ¿Quién es esa chica, acaso es mi cuñada?- Dijo al tiempo que profería una enorme carcajada.
-¿Cómo piensas eliminarnos?- dijo John protegiendo con el cuerpo a Anna.

Ante aquella pregunta Jane comenzó a reirse al tiempo que sacaba una espada de filo morado. Aquella espada formaba parte de las armas del Rey, las únicas capaces de matar realmente a un vampiro. La empuñó y comenzó a caminar hacia donde estaban Anna y John, pues pretendía matarlos primero a ellos y después a Aidan. Fue a atravesar el pecho de John pero Aidan se interpuso, clavándose la espada en su pecho. Anna gritó, al igual que John, Jane soltó unas carcajadas. Y entonces fue cuando Aidan lanzó una sonrisa malévola a la cara de jane. La cogió de los hombros y se clavó la espada hasta el fondo, y entonces entre susurros dijo:

- Te esperaba mi querida hermana,no tanto como a la muerte. Tú sola has cavado tu propia tumba.

Una vez dijo eso, tomó fuerzas por última vez y de su cinturón sacó una daga y la clavó en el cuello de Jane con la fuerza suficiente para atravesarle el cuello. En aquel preciso momento ambos cayeron al suelo, muertos. Por suerte para John, Aidan había cogido una de las dagas de su padre antes de huir, y se había preparado para sacrificarse.

John enterró el cuerpo de Jane en aquel mismo lugar, y metió el cuerpo de su hermano en el coche, lo ocultó y se dirigió al lugar donde debía habitar el Rey. Al llegar Anna vio que aquel lugar era una auténtica ciudad  de vampiros. Los recibieron casi como a héroes, pues Jane no había reinado, sino que había ejercido un papel de tirana.  John estaba realmente destrozado, pues siempre había sentido admiración por Aidan. John, con ayuda de Anna, enterró a Aidan en el panteón reservado para los reyes, y acto seguido se dirigió a todos los vampiros allí congregados, pues a fin de cuentas él era el nuevo rey, diciendo:

- Vampiros aquí presentes, y vampiros del mundo, hoy ya he llorado suficiente. Esta corona ya ha derramado demasiada sangre- dijo mientras tiraba al suelo la corona de su padre- y no quiero que derrame ni una sola gota más. Me voy, y conmigo la monarquía, pues vosotros sois capaces de gobernaros solos, sin necesidad de nadie que os ordene. Es por ello que en este momento me despido de vosotros, y de mis derechos.

Aquello supuso una sorpresa para todos, incluida Anna. John no volvió a aquel lugar, solamente para visitar la tumba de su hermano. Él nunca había querido gobernar, no le interesaba, y desde que conoció a Anna menos. Él solo quería pasar la eternidad con Anna, tener unos hijos, y que estos no se peleasen por ninguna corona, a fin de cuentas solo quería ser feliz. Y así sucedió, tuvo dos hijos a los que llamaron Aidan y Anna, su vida trascurrió en paz, lejos de cualquier disputa, y aún hoy continúan juntos, viendo pasar las decisiones del destino, consagrando su amor en la eternidad.

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