domingo, 1 de junio de 2014

Asesinato

Toni, un botones de un hotel, estaba haciendo su habitual ronda por las habitaciones que habían solicitado que les llevasen el desayuno a la habitación. Aquel botones había asistido a situaciones de todo tipo, pero la que viviría aquel día sería sin duda la más impactante. Cuando llego a la habitación 256 llamó varias veces a la puerta, pero nadie le abría la puerta, por lo que fue a recepción para llamar por teléfono a aquella habitación. El problema que había era que el teléfono de la habitación estaba comunicando, como si alguien estuviese usándolo o como si estuviese descolgado. Entonces Toni, siguiendo el procedimiento habitual, y subió a la habitación, y usando la llave maestra, abrió la puerta, esperando encontrarse alguna de las escenas que ya había visto un montón de veces.

Pero la escena que encontró jamás la había visto. Había un hombre, de unos 30 o 35 años, tumbado en el suelo, con el cuello cortado. El suelo de la habitación estaba ensangrentado, la silla se encontraba tirada, al igual que la mesa y el teléfono se encontraba descolgado, con el auricular lleno de sangre, ya que había caído en el charco de sangre. Aquello horrorizó a Toni, que soltó un grito ahogado, y sin pensarlo dos veces, volvió a cerrar la puerta sin tocar nada, y fue corriendo a recepción, donde avisó a sus compañeros y se aviso con rapidez a la policía.

Al cabo de media hora el hotel se encontraba repleto de policías, y al mando de estos agentes se había enviado al inspector García. Este era un inspector, que pese a tener 32 años, era una de las mentes más brillantes que existían en ese momento. Llegó a la habitación 256, donde se encontraban algunos agentes recogiendo pruebas y el forense, que estaba examinando el cuerpo. El forense, al ver al inspector García, se levantó, y con voz seria comentó que aquella persona había sido asesinada, con un corte en el cuello, un corte limpió, pero lo que más le había llamado la atención era el hecho de que aquel cuerpo no mostraba signos de haberse defendido, por lo que la persona que lo asesino debía ser un conocido de aquel hombre.

Se retiró el cuerpo, que tenía todo el dinero encima, y además tenía toda la documentación, por lo que inmediatamente se descartó que fuese un robo fallido. El arma del crimen tampoco apareció en la habitación del hotel, por lo que el asesino debió de llevársela. El inspector, al llegar al cuartel de la policía tenía sobre su mesa el informe del caso, con toda la información del asesinado. El hombre asesinado era Alejandro Gutierrez, hijo de un empresario, que recientemente había muerto de cáncer, y había heredado toda la riqueza de su padre, ya que era hijo único, y su madre había muerto años atrás. Continuó leyendo el informe, pero no encontró nada anómalo, era un joven desconocido, que no tenía enemigos, ya que había pasado mucho tiempo fuera de la ciudad. El inspector fue al deposito, y examinó personalmente el cadáver, y encontró una cosa que le llamó mucho la atención, su dedo anular, de la mano derecha, tenia una muesca, como de haber estado llevando un anillo durante años, y además tenía una herida, como si alguien hubiese robado el anillo una vez estaba muerto.

Al día siguiente el inspector García volvió al trabajo, en la comisaria lo esperaba una chica, que parecía muy alterada, y se presentó como una amiga de Alejandro, que dijo conocer a aquel que lo había matado. Le contó que su actual pareja, Lucas, había sido el mejor amigo de Alejandro, y que una vez que este había recibido la herencia había expulsado a Lucas de la empresa, y que este en venganza lo había matado. Entonces se dio la orden de investigar el domicilio de Lucas, aquella misma tarde, una vez tuviesen la orden judicial.

A las 6 de la tarde, mientras aquella misteriosa chica, que se había presentado como Andrea Ortega, asistía al funeral de Alejandro, se personaron unos agentes en la casa de Lucas, donde lo encontraron borracho. Comenzaron entonces el registro, durante el cual encontraron el arma homicida, un cuchillo, que no había sido limpiado, y aún tenía la sangre de Alejandro, junto a una carta, en la cual Alejandro escribe a Lucas para citarlo en la habitación 256 del hotel, en el que se estaba hospedando, el mismo día que había sido asesinado. Se detuvo a Lucas, mientras se analizaba el cuchillo. Aquella misma noche se analizó el cuchillo, y se descubrió que realmente se había asesinado a Alejandro con aquel cuchillo. No obstante, el inspector García, durante aquel registro, había descubierto quien había cometido realmente aquel asesinato.

El día siguiente, el inspector García, convocó a Andrea en la casa de Lucas, para hacerle unas preguntas. Cuando Andrea llegó a casa de Lucas, el inspector estaba solo, sentado en la mesa, donde habían encontrado el cuchillo. Le pidió que se sentase en la silla que había frente a él, la mesa estaba tal y como la encontraron, con dos vasos. Andrea se sentó, en el interrogatorio que le habían hecho, había dicho que el día del asesinato no había visto a Lucas, pero aquellos vasos, mostraban lo contrario, pues habían sido analizados, un vaso era de Lucas y el otro de Andrea. Le comentó esto, y ella dijo que podía haber sido de otro día, ya que Lucas había estado borracho. Entonces el inspector se levanto y golpeó con fuerza la mesa, con un papel en la mano, y le pregunto, con una voz muy grave, que ella había drogado a Lucas, tal y como mostraban los análisis, y que además la debía arrestar por el asesinato de Alejandro.  

Ella se dejó arrestar, fue conducida a la comisaria, donde ella llamó a su abogado. Este pidió al inspector que le diese una explicación sobre porque la había detenido. Entonces el inspector le explicó que ella era la hija ilegitima del padre de Alejandro, y que su padre, poco antes de morir le había dicho que le iba a dejar todo a su hermano. Ella sufrirá entonces una taque de envidia, y aprovechando la cita de su novio con Alejandro, drogará a Lucas y presentarse ella. Una vez estuvo en la habitación con Alejandro se presentó como su hermana, y tras una conversación le cortó el cuello. El inspector descubrió esto, ya que el anillo que ella llevaba le quedaba demasiado grande, y había pertenecido al padre de Alejandro, que era amigo del inspector.


Tras estas palabras que el inspector dijo, Andrea va a comenzar a llorar, y entre sus lagrimas se pudo escuchar su confesión. Una vez más el dinero y la avaricía provocaron un daño que no se podría reparar.

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