Toni, un botones de un hotel, estaba
haciendo su habitual ronda por las habitaciones que habían
solicitado que les llevasen el desayuno a la habitación. Aquel
botones había asistido a situaciones de todo tipo, pero la que
viviría aquel día sería sin duda la más impactante. Cuando llego
a la habitación 256 llamó varias veces a la puerta, pero nadie le
abría la puerta, por lo que fue a recepción para llamar por
teléfono a aquella habitación. El problema que había era que el
teléfono de la habitación estaba comunicando, como si alguien
estuviese usándolo o como si estuviese descolgado. Entonces Toni,
siguiendo el procedimiento habitual, y subió a la habitación, y
usando la llave maestra, abrió la puerta, esperando encontrarse
alguna de las escenas que ya había visto un montón de veces.
Pero la escena que encontró jamás la
había visto. Había un hombre, de unos 30 o 35 años, tumbado en el
suelo, con el cuello cortado. El suelo de la habitación estaba
ensangrentado, la silla se encontraba tirada, al igual que la mesa y
el teléfono se encontraba descolgado, con el auricular lleno de
sangre, ya que había caído en el charco de sangre. Aquello horrorizó
a Toni, que soltó un grito ahogado, y sin pensarlo dos veces, volvió
a cerrar la puerta sin tocar nada, y fue corriendo a recepción,
donde avisó a sus compañeros y se aviso con rapidez a la policía.
Al cabo de media hora el hotel se
encontraba repleto de policías, y al mando de estos agentes se había
enviado al inspector García. Este era un inspector, que pese a tener
32 años, era una de las mentes más brillantes que existían en ese
momento. Llegó a la habitación 256, donde se encontraban algunos
agentes recogiendo pruebas y el forense, que estaba examinando el
cuerpo. El forense, al ver al inspector García, se levantó, y con
voz seria comentó que aquella persona había sido asesinada, con un
corte en el cuello, un corte limpió, pero lo que más le había
llamado la atención era el hecho de que aquel cuerpo no mostraba
signos de haberse defendido, por lo que la persona que lo asesino
debía ser un conocido de aquel hombre.
Se retiró el cuerpo, que tenía todo
el dinero encima, y además tenía toda la documentación, por lo que
inmediatamente se descartó que fuese un robo fallido. El arma del
crimen tampoco apareció en la habitación del hotel, por lo que el
asesino debió de llevársela. El inspector, al llegar al cuartel de
la policía tenía sobre su mesa el informe del caso, con toda la
información del asesinado. El hombre asesinado era Alejandro
Gutierrez, hijo de un empresario, que recientemente había muerto de
cáncer, y había heredado toda la riqueza de su padre, ya que era
hijo único, y su madre había muerto años atrás. Continuó leyendo
el informe, pero no encontró nada anómalo, era un joven desconocido,
que no tenía enemigos, ya que había pasado mucho tiempo fuera de la
ciudad. El inspector fue al deposito, y examinó personalmente el
cadáver, y encontró una cosa que le llamó mucho la atención, su
dedo anular, de la mano derecha, tenia una muesca, como de haber
estado llevando un anillo durante años, y además tenía una herida,
como si alguien hubiese robado el anillo una vez estaba muerto.
Al día siguiente el inspector García
volvió al trabajo, en la comisaria lo esperaba una chica, que
parecía muy alterada, y se presentó como una amiga de Alejandro,
que dijo conocer a aquel que lo había matado. Le contó que su actual
pareja, Lucas, había sido el mejor amigo de Alejandro, y que una vez
que este había recibido la herencia había expulsado a Lucas de la
empresa, y que este en venganza lo había matado. Entonces se dio la
orden de investigar el domicilio de Lucas, aquella misma tarde, una
vez tuviesen la orden judicial.
A las 6 de la tarde, mientras aquella
misteriosa chica, que se había presentado como Andrea Ortega,
asistía al funeral de Alejandro, se personaron unos agentes en la
casa de Lucas, donde lo encontraron borracho. Comenzaron entonces el
registro, durante el cual encontraron el arma homicida, un cuchillo,
que no había sido limpiado, y aún tenía la sangre de Alejandro,
junto a una carta, en la cual Alejandro escribe a Lucas para citarlo
en la habitación 256 del hotel, en el que se estaba hospedando, el
mismo día que había sido asesinado. Se detuvo a Lucas, mientras se
analizaba el cuchillo. Aquella misma noche se analizó el cuchillo, y
se descubrió que realmente se había asesinado a Alejandro con
aquel cuchillo. No obstante, el inspector García, durante aquel
registro, había descubierto quien había cometido realmente aquel
asesinato.
El día siguiente, el inspector García,
convocó a Andrea en la casa de Lucas, para hacerle unas preguntas.
Cuando Andrea llegó a casa de Lucas, el inspector estaba solo,
sentado en la mesa, donde habían encontrado el cuchillo. Le pidió
que se sentase en la silla que había frente a él, la mesa estaba
tal y como la encontraron, con dos vasos. Andrea se sentó, en el
interrogatorio que le habían hecho, había dicho que el día del
asesinato no había visto a Lucas, pero aquellos vasos, mostraban lo
contrario, pues habían sido analizados, un vaso era de Lucas y el
otro de Andrea. Le comentó esto, y ella dijo que podía haber sido
de otro día, ya que Lucas había estado borracho. Entonces el
inspector se levanto y golpeó con fuerza la mesa, con un papel en la
mano, y le pregunto, con una voz muy grave, que ella había drogado a
Lucas, tal y como mostraban los análisis, y que además la debía
arrestar por el asesinato de Alejandro.
Ella se dejó arrestar, fue conducida a
la comisaria, donde ella llamó a su abogado. Este pidió al
inspector que le diese una explicación sobre porque la había
detenido. Entonces el inspector le explicó que ella era la hija
ilegitima del padre de Alejandro, y que su padre, poco antes de morir
le había dicho que le iba a dejar todo a su hermano. Ella sufrirá
entonces una taque de envidia, y aprovechando la cita de su novio
con Alejandro, drogará a Lucas y presentarse ella. Una vez estuvo en
la habitación con Alejandro se presentó como su hermana, y tras una
conversación le cortó el cuello. El inspector descubrió esto, ya
que el anillo que ella llevaba le quedaba demasiado grande, y había
pertenecido al padre de Alejandro, que era amigo del inspector.
Tras estas palabras que el inspector
dijo, Andrea va a comenzar a llorar, y entre sus lagrimas se pudo
escuchar su confesión. Una vez más el dinero y la avaricía
provocaron un daño que no se podría reparar.
Twitter: https://twitter.com/klaus_escritor
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