Era una tarde y Pedro se dirigía hacia
su casa después de de un duro día de trabajo, como siempre, solo.
Mientras paseaba estaba recordando los sucesos que un par de años
antes habían sucedido. Ahora, Pedro, tenía 25 años y trabajaba en
una empresa que se encargaba de la protección del patrimonio
histórico, pero con 23 años su vida era muy distinta. Había
terminado la carrera y estaba terminando un máster, vivía solo y
tenía una preciosa novia, pero aquello no duraría mucho, ya que su
novia lo abandono, sin avisar ni dar motivos, y él se sumió en una
gran depresión.
Aquella noche, Pedro, al terminar tan
tarde de trabajar, pues estaba terminando un proyecto de extrema
urgencia, decidió tomar otro camino distinto aquella noche para
volver a casa, ya que iba a ir a un sitio de comida rápida.
Continuaba dándole vueltas a la cabeza cuando se encontró ante una
escena que jamás olvidaría. Había una chica, subida en lo alto de
una azotea, dispuesta a lanzarse al vacío. Él le grito para que ella
se bajase, en aquel momento no había nadie más en aquella calle,
pero ella, en vez de bajarse dio un paso, precipitándose al vacío.
Desde que dio ese paso todo ocurrió
sin que ninguno pudiese darse cuenta de lo que estaba pasando. Cuando
ella se tiró al vacío, el tiró la mochila que llevaba, y salió
corriendo, y antes de que ella tocase el suelo él consiguió parar
la caída, y evitó de ese modo que ella perdiese la vida. Los dos se
encontraban en el suelo, inconscientes, hasta que una pareja pasó
por allí y llamo a los servicios de emergencia.
Ella se despertó a la mañana
siguiente, estaba confusa, y no sabía si estaba viva o si había
logrado suicidarse. Cuando el médico vino y le explicó lo ocurrido
se dio cuenta de que realmente seguía viva, y comenzó a recordar
todo lo que ocurrió en el momento que se tiro. Se acordó de aquel
chico que le gritó para que no se tirase, y que evitó que
consiguiese quitarse la vida. Entonces una gran sensación de culpa
atravesó su cuerpo, y ella le preguntó al doctor por aquel chico.
El doctor le contestó que aquel chico se encontraba aún
inconsciente, aunque su vida no corría peligro.
Ella pidió que la llevasen a la
habitación de aquel chico, pues quería saber porque había
arriesgado su vida por evitar que ella se suicidase. El médico la
dejó, con la condición de que fuese en silla de ruedas, pues se
había partido algunos huesos, y además debería estar acompañada
en todo momento por una enfermera. A los pocos minutos se encontraba
en la habitación, al lado de la cama de aquel chico, que tenía
algunos huesos de su cuerpo rotos, como el brazo izquierdo y su
pierna derecha. Al ver aquello la chica comenzó a sentirse culpable,
pues ella no quería dañar a nadie.
Tuvieron que esperar casi una hora para
que Pedro despertase, en ese tiempo aquella chica, cuyo nombre era
Lucía, explicó a la enfermera que ella no conocía a ese chico de
nada. Lucía era una chica de 24 años, pelirroja, y tenía una piel
clara, aunque en aquel momento estaba surcada por los restos de aquel
acto que había intentado llevar a cabo. Cuando Pedro despertó, lo
primero que vieron sus ojos fue el pelo rojizo de Lucía. Al
despertar, entró el médico, avisado por la enfermera, el cual
realizó unas preguntas para ver si Pedro se acordaba de todo, o si
tenía lagunas, y al comprobar que se encontraba perfectamente de sus
cualidades mentales lo dejó descansar.
Fue entonces cuando Lucía, ayudada por
la enfermera, se acercó a la cama y se presentó a Pedro, cada vez
más avergonzada, y tras presentarse los dos, Lucía le preguntó a
Pedro los motivos que habían provocado que hubiese arriesgado su
vida para salvarla, si ni la conocía. Pedro no le contestó con
palabras, sino que le miro los ojos, mientras se quitaba la muñequera
que tenía en la mano derecha, y que los médicos no le había
retirado, la enfermera, al ver que estaban hablando se retiró y los
dejo solos. Cuando Pedro se quitó la muñequera y Lucía observó lo
que ocultaba se quedó muy parada, era una cicatriz.
Entonces Pedro comenzó a explicarle
que dos años atrás, su novia, que era su único apoyo, lo había
abandonado sin explicarle los motivos, y que él se sumió en una
profunda depresión, de la que no podía salir, hasta que un día
decidió acabar con aquel sufrimiento y se cortó la muñeca derecha
para suicidarse. Pero no lo había logrado gracias a que un vecino
suyo, al ver que se había dejado la puerta abierta, entró en la
casa, y se lo encontró a él a punto de morir desangrado, y
consiguió frenarle la herida hasta que llegaron los servicios de
emergencia. Aquel vecino lo visitó todos los días que Pedro estuvo
en el hospital, y le convenció de que en la vida había un montón
de cosas por las que luchar, consiguiendo con el tiempo que Pedro
adquiriese una autoestima que lo ayudó a conseguir los éxitos que
dos años más tarde tenía.
Lucía se emociono con aquella
historia, pero le dijo que realmente ella no tenía nada por lo que
luchar, ni aspiraciones, ni amor, ni nada por lo que mereciese la
vida luchar. Pedro le pidió que le contase algo de su vida, y ella
le contó que su pasión era dibujar, pero que nadie valoraba sus
dibujos, le explico que su novio le pegaba, que hacía mucho tiempo
que no tenía amigos. De los ojos de Lucía comenzaron a salir
lagrimas, se había derrumbado, pero sin esperárselo, una sensación
de calor comenzó a recorrer su cuerpo. Pedro, al verla así, se
acordó de lo que él había sufrido, lo que unido a la atracción
que sintió por Lucía desde la primera vez que la vio, hizo que se
incorporara, le apartase el pelo de la cara y comenzase a besarle.
Cuando retiraron sus labios ambos
estuvieron un rato sin hablar, hasta que Lucía le preguntó si
realmente sentía algo por ella, o por si era por pena. Entonces
Pedro, la miró a los ojos, y con un tono de voz muy profundo le juro
que si el destino había evitado que muriera desangrado era para
poder conocerla y pasar toda la vida con ella. Después de aquellas
palabras ambos se miraron y descubrieron que no sentían pena, sino
amor, un amor que el destino había conseguido unir.
Twitter: https://twitter.com/klaus_escritor
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