jueves, 5 de junio de 2014

Amor de metro

Una mañana del mes de junio, Lucas, un joven de 19 años, se despertó más tarde de lo normal y se dió cuenta de que la linea de metro directa que lo conectaba con su instituto ya había partido, por lo que debió de coger otra línea. Como se había atrasado el anden estaba casi vacío, y entre las pocas personas que había distinguió el rostro de una joven, pero pensó que una vez se montase en el vagón no se volverían a ver.

A los pocos minutos estaba ya montado, y dado que apenas había gente pudo sentarse, casi solo en el vagón, se puso a leer un libro, pero cuando alzó la mirada la encontró allí, sentada frente a él. Se cruzaron la mirada y enseguida apartaron la vista, ella sonrió mientras que él se ruborizó. Ambos pasaron el resto del viaje con la mirada a otro lado, pero cada poco tiempo alguno de los dos alzaba la mirada para comprobar que el otro continuaba allí. Cuarenta minutos después de haberse montado, Lucas se bajó y puso camino a su instituto.

Durante todo el día estuvo dándole vueltas a aquella chica, sin saber que ella estaba actuando igual que él. El resto de su día fue muy normal, como a fin de cuentas era su vida, ella, por su parte, también continuó con su vida normal, ambos sabían que difícilmente se volverían a encontrar.

Al día siguiente, Lucas se despertó pronto, pero aún así prefirió rechazar el directo y coger el que cogió la mañana anterior, y cuando llegó a la estación allí estaba ella, con su mochila colgada a la espalda y esperando el tren, aquella mañana la estación estaba aún más vacía, y ambos se sentaron de nuevo el uno frente al otro. Así se iban a pasar tres días más, muertos de vergüenza e incapaces de dirigirse palabra alguna.

Aquello iba a cambiar de forma radical el viernes de esa semana, era el último día que Lucas tenía clase, y sabía que no volvería a coger aquel tren en mucho tiempo, por lo que una vez estaba en el anden no podía dejar de mirarla y de preguntarse sobre cuales debían ser las palabras que debía utilizar para explicarle a ella todo lo que sentía por ella. Todas las ideas que cruzaban su mente se pararon con el sonido del metro, se montó e hizo lo que había hecho los últimos cuatros días, se sentó frente a ella. Cuando ella se fijó en él se percató de que estaba temblando, como si estuviese muy nervioso. Entonces Lucas alzó la mirada, y entonces se decidió a hacerlo. Se levantó del asiento, se dirigió a ella, y sentándose junto a ella le sujeto la cabeza y la besó, la besó como jamás lo había hecho antes.

Sintió una gran vergüenza, y se levantó con la intención de irse, pero no pudo, ya que ella le sujetaba el brazo con todas sus fuerzas, para evitar que se fuese. Entonces ella, después de conseguir que Lucas se quedará sentado junto a ella, lo abrazó y entonces le dijo:

-Aún no se tu nombre, no se tu edad, ni de donde eres, pero lo único que realmente sé es quiero pasar el resto de mi vida junto a ti.

-Soy Lucas de Málaga, aunque ahora viva aquí, y tengo 19 años- le contestó- Y espero poder estar junto a ti para poder hacerte la persona más feliz y que siempre tengas esta sonrisa en la boca. Aunque yo tampoco sé nada de ti.

-Jamás me abandones Lucas, quiero ser tuya para el resto de mi vida, y quiero que tu seas solo mía. Me llamo María y soy de aquí, y tengo 18 años, aunque dentro de un mes tendré los 19.


María no había terminado de decir esta frase cuando Lucas la tomó entre sus brazos y abrazándola con fuerza le susurró al oído que aunque no tuviese que ir a ningún lado, todas las mañanas se montaría en aquel tren para estar junto a ella, aunque sabía que jamás se separaría de ella.

Twitter: https://twitter.com/klaus_escritor

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