jueves, 7 de agosto de 2014

Luna y Sol

Os recomiendo que mientras leéis este relato escuchéis este vídeo:





Todo el mundo conoce al sol y a la luna, pero casi nadie conoce la historia que hay detrás de ellos.

La historia que os contaré ocurrió al inicio de los tiempos, antes de que los hombres se convirtiesen en los dueños del mundo, en un tiempo mítico y en un espacio que ha cambiado a lo largo de miles de años. Los humanos adoraban ya en aquel tiempo al Sol y a la Luna, pero realmente no eran dioses, sino unos productos de los dioses. Y los dioses lanzaron una maldición a estos astros, ya que los condenaron a vivir siempre en el cielo, móviles, sin poder estar fijos, y los condenaron a tener sentimientos.

El Sol y la Luna, siempre habían tenido curiosidad el uno del otro, ya que no se conocían, pero si se sentían. La Luna sentía la calidez del Sol y el Sol la frialdad de la Luna, y aquello no hacía más que aumentar sus ganas de conocerte. Los dioses habían lanzado tres maldiciones, estar en el cielo y tener sentimientos, estas dos maldiciones eran conocidas, pero había una tercera. Tanto el Sol como la Luna creían que aquella tercera maldición consistía en que nunca podrían conocerse, lo que provocaba en ambos sentimientos de tristeza, por lo que ambos brillaban menos en el firmamento.

Mientras tanto, en la tierra, una tribu nómada se percató de que ambos astros brillaban con menos fuerza de lo que era normal, por lo que convocaron a los ancianos de la tribu. Estos decidieron que sería conveniente que el hechicero de la tribu realizase algún tipo de ritual, para lograr que volviesen a brillar con la intensidad de siempre. El hechicero espero al amanecer de aquel día para realizar el ritual, pero no sabía lo que provocó, rompió la primera de las maldiciones, y tanto el Sol como la Luna pudieron adquirir forma humana, por lo que ambos bajaron a la Tierra, para buscarse. El Sol adoptó la forma de un fuerte guerrero con cabellos de fuego, mientras que la Luna adoptó la forma de una bella chica, de cabello oscuro y piel muy clara, que reflejaba la luz. El problema que se produjo, fue que al bajar ambos a la Tierra, el cielo quedó oscuro, y entonces los dioses decidieron crear unas pequeñas esferas de luz, que serán lo que los humanos conocerían como estrellas.

El Sol y la Luna comenzaron cada uno su camino por separado, aunque con un destino común, conocerse. Mientras tanto los humanos sintieron miedo, pues creían que las estrellas era la consecuencia de aquel ritual, que había hecho saltar en pedazos al Sol y a la Luna. Los dioses, por su parte, se encontraban tremendamente enfadados con los hombres, ya que por su culpa, la Luna y el Sol habían escapado, y aquello había provocado que la tierra se hubiese quedado sin luz, y como castigo a los humanos mandaron las estaciones, ya que antes no hacía ni frío ni calor. No obstante, los dioses no temían que la Luna y el Sol se encontrasen ya que aún nadie conocía la tercera de las maldiciones que habían lanzado sobre el Sol y sobre la Luna.

Durante su camino fueron ayudando a los humanos a aprender a soportar las distintas estaciones. El Sol fue por diferentes aldeas enseñando a los humanos a producir fuego y a utilizarlo, y cuando ya sabían esto les enseñaba la poesía y la música, para que estos pueblos comenzaran a utilizarla. Por su parte, la luna fue enseñándolos a coser y a hacer vestimentas de diferente grosor para soportar las bajas temperaturas y a no morir cuando las temperaturas aumentasen de modo considerado y también les enseñó el arte de la danza.

Cuando hubieron enseñado esto a la mayoría de los pueblos que había en la Tierra, estaban seguros de que pronto se encontrarían. Quiso el destino, quizás por mandato de aquellos crueles dioses, que el Sol encontrase a un niño que se había perdido, y decidió ayudar a aquel niño a buscar a sus padres. Al poco tiempo llegó al lugar donde estaba los padres de aquel chico, y en aquella aldea dio la casualidad de que se encontraba la Luna, enseñándolos a bailar. En el momento que la vio, el Sol supo que era ella, y comenzó a cantar una canción, para acompañar el baile de la Luna. Cuando terminaron, la Luna, se fijó en él, y comprendió que era el sol, por lo que cogidos de la mano comenzaron a caminar en busca de algún lugar alto y aislado, donde poder dejar salir su pasión. Llegaron pronto a la cima de un precipicio junto al mar, no había nadie, salvo las estrellas en el firmamento. Allí hablaron largo y tendido sobre su viaje, y sobre todo lo que habían vivido antes de poder verse, y recordaron con tristeza, aquella dura sensación de sentirse sin verse. 

Se cruzaron la mirada, al recordar aquella sensación, se cogieron las manos, se abrazaron, y entonces cometieron el mayor error de su existencia, se besaron. Juntaron sus labios, cerraron los ojos, y cuando los separaron sintieron como una fuerza los separaba. Comprendieron entonces lo que había sucedido, había caído sobre ellos la tercera maldición que les habían enviado los dioses. La tercera maldición consistía en que una vez que la Luna y el Sol se besarán, volverían al cielo, de donde jamás podrían regresar a la tierra, y donde jamás podrían volver a tocarse. 

Desde entonces el Sol y la Luna se encuentran en el firmamento, sin poder tocarse ni besarse, amándose frente a una distancia que jamás se volvería a romper, y entonces el Sol comenzó a enseñarle coplillas a las estrellas para que se las cantaran a la Luna al oído, y la Luna les enseño bailes a las estrellas para que los hicieran frente al Sol, para que este jamás se aburriese. Y desde entonces brillaron más fuerte que nunca, porque pese a la distancia aquel amor aguantó, aunque no podría ser jamás un amor completo.

Dedicado a la Luna, para que pronto pueda encontrar al Sol, su poeta.


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