Os recomiendo que mientras leéis este relato escuchéis este vídeo:
Todo el mundo conoce al sol y a la
luna, pero casi nadie conoce la historia que hay detrás de ellos.
La historia que os contaré ocurrió al inicio de los tiempos,
antes de que los hombres se convirtiesen en los dueños del mundo, en
un tiempo mítico y en un espacio que ha cambiado a lo largo de miles
de años. Los humanos adoraban ya en aquel tiempo al Sol y a la Luna,
pero realmente no eran dioses, sino unos productos de los dioses. Y
los dioses lanzaron una maldición a estos astros, ya que los
condenaron a vivir siempre en el cielo, móviles, sin poder estar fijos,
y los condenaron a tener sentimientos.
El Sol y la Luna, siempre habían
tenido curiosidad el uno del otro, ya que no se conocían, pero si se
sentían. La Luna sentía la calidez del Sol y el Sol la frialdad de
la Luna, y aquello no hacía más que aumentar sus ganas de
conocerte. Los dioses habían lanzado tres maldiciones, estar en el
cielo y tener sentimientos, estas dos maldiciones eran conocidas,
pero había una tercera. Tanto el Sol como la Luna creían que
aquella tercera maldición consistía en que nunca podrían
conocerse, lo que provocaba en ambos sentimientos de tristeza, por lo
que ambos brillaban menos en el firmamento.
Mientras tanto, en la tierra, una tribu
nómada se percató de que ambos astros brillaban con menos fuerza de
lo que era normal, por lo que convocaron a los ancianos de la tribu.
Estos decidieron que sería conveniente que el hechicero de la tribu
realizase algún tipo de ritual, para lograr que volviesen a brillar
con la intensidad de siempre. El hechicero espero al amanecer de
aquel día para realizar el ritual, pero no sabía lo que provocó,
rompió la primera de las maldiciones, y tanto el Sol como la Luna
pudieron adquirir forma humana, por lo que ambos bajaron a la Tierra,
para buscarse. El Sol adoptó la forma de un fuerte guerrero con
cabellos de fuego, mientras que la Luna adoptó la forma de una
bella chica, de cabello oscuro y piel muy clara, que reflejaba la
luz. El problema que se produjo, fue que al bajar ambos a la Tierra,
el cielo quedó oscuro, y entonces los dioses decidieron crear unas
pequeñas esferas de luz, que serán lo que los humanos conocerían
como estrellas.
El Sol y la Luna comenzaron cada uno su
camino por separado, aunque con un destino común, conocerse.
Mientras tanto los humanos sintieron miedo, pues creían que las
estrellas era la consecuencia de aquel ritual, que había hecho
saltar en pedazos al Sol y a la Luna. Los dioses, por su parte, se
encontraban tremendamente enfadados con los hombres, ya que por su
culpa, la Luna y el Sol habían escapado, y aquello había provocado
que la tierra se hubiese quedado sin luz, y como castigo a los
humanos mandaron las estaciones, ya que antes no hacía ni frío ni
calor. No obstante, los dioses no temían que la Luna y el Sol se
encontrasen ya que aún nadie conocía la tercera de las maldiciones
que habían lanzado sobre el Sol y sobre la Luna.
Durante su camino fueron ayudando a los
humanos a aprender a soportar las distintas estaciones. El Sol fue
por diferentes aldeas enseñando a los humanos a producir fuego y a
utilizarlo, y cuando ya sabían esto les enseñaba la poesía y la
música, para que estos pueblos comenzaran a utilizarla. Por su
parte, la luna fue enseñándolos a coser y a hacer vestimentas de
diferente grosor para soportar las bajas temperaturas y a no morir
cuando las temperaturas aumentasen de modo considerado y también les
enseñó el arte de la danza.
Cuando hubieron enseñado esto a la
mayoría de los pueblos que había en la Tierra, estaban seguros de
que pronto se encontrarían. Quiso el destino, quizás por mandato de
aquellos crueles dioses, que el Sol encontrase a un niño que se
había perdido, y decidió ayudar a aquel niño a buscar a sus
padres. Al poco tiempo llegó al lugar donde estaba los padres de
aquel chico, y en aquella aldea dio la casualidad de que se
encontraba la Luna, enseñándolos a bailar. En el momento que la vio,
el Sol supo que era ella, y comenzó a cantar una canción, para
acompañar el baile de la Luna. Cuando terminaron, la Luna, se fijó
en él, y comprendió que era el sol, por lo que cogidos de la mano
comenzaron a caminar en busca de algún lugar alto y aislado, donde
poder dejar salir su pasión. Llegaron pronto a la cima de un
precipicio junto al mar, no había nadie, salvo las estrellas en el
firmamento. Allí hablaron largo y tendido sobre su viaje, y sobre
todo lo que habían vivido antes de poder verse, y recordaron con
tristeza, aquella dura sensación de sentirse sin verse.
Se cruzaron la mirada, al recordar
aquella sensación, se cogieron las manos, se abrazaron, y entonces
cometieron el mayor error de su existencia, se besaron. Juntaron sus
labios, cerraron los ojos, y cuando los separaron sintieron como una
fuerza los separaba. Comprendieron entonces lo que había sucedido,
había caído sobre ellos la tercera maldición que les habían
enviado los dioses. La tercera maldición consistía en que una vez
que la Luna y el Sol se besarán, volverían al cielo, de donde jamás
podrían regresar a la tierra, y donde jamás podrían volver a
tocarse.
Desde entonces el Sol y la Luna se
encuentran en el firmamento, sin poder tocarse ni besarse, amándose
frente a una distancia que jamás se volvería a romper, y entonces el Sol comenzó a enseñarle coplillas a las estrellas para que se
las cantaran a la Luna al oído, y la Luna les enseño bailes a las
estrellas para que los hicieran frente al Sol, para que este jamás
se aburriese. Y desde entonces brillaron más fuerte que nunca,
porque pese a la distancia aquel amor aguantó, aunque no podría ser
jamás un amor completo.
Dedicado a la Luna, para que pronto pueda encontrar al Sol, su poeta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario