domingo, 16 de noviembre de 2014

La maldición de la pirámide I

Esta historia ocurrió en un mismo lugar, pero en dos momentos muy diferentes. Esta es la verdadera historia de la maldición de la pirámide:

Corría el año 2213 a.c., en un oasis cercano a Saqqara el faraón Pepy II estaba entrevistándose con Sinuhe, el joven arquitecto que estaba realizando la pirámide que se convertiría la futura morada del faraón una vez muriese. Junto al faraón se encontraba su consejero Seti y su joven hija Meryt. Sinuhe estaba más nervioso que de costumbre, como si alguna de aquellas personas tuviese un gran secreto sobre él, un secreto que podría acabar con su fama, su libertad, o incluso su vida.

Desde que comenzó a trabajar para el faraón, dos años atrás, comenzó a amar a la joven princesa Meryt, y ella también lo amaba a él. La relación entre ambos llevó a que Meryt quedase embarazada de él, y que tuviese un hijo que tuvieron que dar a una cortesana, para evitar que el faraón se diese cuenta de aquello, pues podría haber puesto en peligro a aquel niño, e incluso sus propias vidas.

El faraón estaba de viaje, por lo que ambos creían que estaban totalmente a salvo, y que jamás nadie se enteraría de aquello que había ocurrido, salvo las damas de la princesa Meryt, que no podían contar nada de lo ocurrido en la cámara de la princesa bajo pena de muerte. Pero lejos de que aquello supusiera el fin de su relación, aquello hizo que Meryt y Sinuhe se uniesen aún más, y la intensidad, y la cantidad de veces en las que se encontraban era cada vez mayor. Pero aunque ellos no lo supiesen, el mayor peligro para su relación no era exclusivamente el faraón, sino que aquella relación tenía un poderoso y ambicioso enemigo, Seti, el gran consejero del faraón, que aspiraba a gobernar tras la muerte de Pepy II, y para ganar más adeptos a su causa debía casarse con Meryt.

Cada día la muerte de Pepy II se veía más cercana, y cada vez Seti tenía una mayor necesidad de contraer matrimonio con Meryt. El favor del faraón, y la bendición de este para que Seti casa se con su hija ya la tenía, pero faltaba hacerlo oficial, no solo al pueblo, sino también a Meryt. Y se decidió que el día más propicio para hacer aquel anuncio seria el día en el que se celebrara los cultos oficiales en honor a Horus. A aquella celebración acudieron las elites más importantes de Egipto, y entre ellos se encontraban Sinuhe y Meryt. Cuando todo el mundo estaba disfrutando del banquete que ofrecía el faraón, Pepy se levantó y dijó que tenía un anuncio muy importante que hacerles a todos:

- Antes de que los dioses nos bendigan la próxima inundación del Nilo mi hija, Meryt, casará con Seti, el cual será vinculado a mi trono, por los dioses, una vez que me disponga a coger la barca que me conduzca ante los dioses.

Ante aquellas palabras, Meryt y Sinuhe intercambiaron unas miradas,de terror y de complicidad, ya que los planes de ambos eran totalmente distintos a los del faraón y a los de Seti. Antes de terminar el banquete Meryt dijo a su padre que iba a ausentarse, ya que se encontraba turbada por las emociones, y a los pocos minutos de haber abandonado la mesa, Sinuhe se marchó, con la escusa de que al día siguiente debería realizar un largo viaje, para comprobar la buena marcha de la construcción de la pirámide. Sinuhe salió con rapidez hacía los aposentos de la princesa Meryt, y cuando llegó la encontró tirada en el suelo, llorando de la tristeza, ya que debería de casarse con Seti, aquel viejo avaro que solo quería el poder. Sinuhe la abrazó, y comenzó a consolarla, pero ella no podía dejar de pensar en las palabras de su padre. entonces, en un arrebato de locura, Sinuhe dijo:

- No permitiré que nos separen, ni tu padre, ni los dioses, ni ese condenado Seti. Vente conmigo y abandonemos la corte, y el país, huyamos a tierras lejanas, donde podamos ser felices junto a nuestro hijo.

Aquellas palabras resonaron en el interior del corazón de la princesa Meryt, que sin dudarlo ni un segundo dijo que sí, que comenzarían a preparar todo aquello que necesitarían para poder llevar acabo sus planes. Hablaron durante largo rato sobre lo que podrían hacer, o sobre donde podrían ir para alejarse de aquel cruel destino. Pero lo que ninguno de los dos sabían es que tras una piedra de aquellos muros había un pasadizo secreto, construido para la defensa de la princesa, desde donde Seti lo había escuchado todo.

Sinuhe se retiro pronto, por temor a que alguien lo pudiese ver merodeando por el palacio tras haberse ido del banquete. Seti, que continuaba escondido en el pasadizo observando desde una pequeña abertura todo lo que sucedía, espero unos minutos más, por si volvía Sinuhe. Cuando se retiró del pasadizo fue a ver al faraón, y llevándolo a una cámara segura le explico todo lo que había visto y oído. La esperanza de Seti era que el faraón eliminase a Sinuhe y así él podría casarse sin más problemas con Meryt. Pero la idea de Pepy II era muy diferente a la de Seti, y sin más dijo a Seti que convocase a Sinuhe en un oasis cercano a Saqqara, para realizarle un nuevo encargo.

Esto pasaba por las cabezas de aquellos que estaban en aquel oasis el día de la reunión. Cuando todos estuvieron preparados, sentados, y listos para comenzar la reunión Pepy tomó la palabra:

-Sinuhe, he de hacerte un último encargo, que debe estar terminado antes de la boda de mi hija.
-¿De qué se trata, mi señor?- Dijo Sinuhe, algo nervioso.

Justo cuando estaba preguntando esto llego la guardia del faraón, y sujetó tanto a Sinuhe como a Meryt.

-Quiero que prepares la pirámide donde enterraremos a mi hija, ya que no quiere desposarse con Seti, y ya que me oculta. Mientras que a ti, Sinuhe, como muestra de mi benevolencia voy a concederte lo que quieres, pues vas a ser enterrado en esa misma pirámide, pero no en la misma cámara de mi hija, pues ni en la muerte podréis estar juntos.

El faraón se aseguro de que lo que el había mandado se cumpliera, y en efecto Sinuhe hubo preparado una pequeña pirámide, con dos cámaras, que estuvo terminada en menos de 6 meses. Ambos sabían que sus vidas estaban cercanas a terminar, pero no era aquello lo peor, sino el hecho de no poder estar juntos ni en la muerte. Al menos tenían la certeza de que siempre quedaría una prueba viviente de su amor, su hijo, el cual habían entregado al nacer.

El día antes de que el faraón diese la orden de castigar a Meryt y a Sinuhe, un sacerdote de Horus, amigo de Sinuhe fue a la pirámide, junto con algunos de los constructores, y grabaron en jeroglífico una maldición: Todo aquel que entrase allí debería conseguir unir a Sinuhe y a Meryt, o moriría a los dos días de haber abandonado la pirámide.

Al día siguiente la guardia de Pepy II, junto al faraón y junto a Seti se dirigieron a aquella pirámide, junto a los dos reos. Como era una princesa, Pepy hizo que le cortaran el cuello a Meryt, y que posteriormente la momificaran, para que pudiese reunirse con sus antepasados en el otro mundo. En cambio a Sinuhe hizo que lo enterraran vivo, en un sarcofago de piedra. Antes de ejecutar las ordenes el faraón les dijo unas últimas palabras a lso dos:

- No os preocupéis por vuestro hijo, pues el destino que ha tenido es mucho mejor que el vuestro, los caimanes no tardaron demasiado en acabar con su cuerpecito.

Dicho esto hizo una señal, y uno de los guardias golpeo en la nuca a Sinuhe, para meterlo en el sarcófago, inconsciente, mientras que otro guardia sacó una filado cuchillo y corto el cuello de Meryt, que murió en apenas un minuto, desangrada. Introdujeron a ambos es la pirámide, en cámaras distintas, y después la sellaron. Los únicos que entraron en la pirámide fueron tres guardias y Seti, para comprobar que se había cumplido la palabra del faraón.

Mientras volvían a palacio el carruaje donde iban los tres guardias que habían entrado en la pirámide volcó, muriendo los tres. Por su parte, Seti, al día siguiente, no pudo más con la culpa, y se clavó un cuchillo, con la cabeza de Anubis como puño, en el corazón, muriendo. Se había cumplido la maldición que aquel sacerdote había lanzado sobre la pirámide.

Milenios más tarde, en 1926, J. René, un arqueólogo francés se disponía a partir de París hacia Egipto, para investigar una extraña pirámide, que todos los que la habían pisado, habían muerto, y se creía que todos habían sido a causa de una maldición.

CONTINUARÁ...

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