Aquel día había amanecido muy oscuro,
y había comenzado una llovizna, que no era demasiado fuerte. Esta
fue la visión que tuvo Lucas cuando, recién levantado, se asomó por la ventana. El día tenía el mismo aspecto que el estado de
animo del joven soldado. Se puso su uniforme, y antes de bajar a
desayunar con el resto de sus compañeros, miro el calendario que
tenía en la habitación, marcaba el día 19 de Abril. Esto le apeno
aún más, pues era su aniversario, y estaba a miles de kilómetros de
la única persona que le amaba, y que él amó. Miró la foto de su
chica, y dándole un beso decidió llevársela ese día con él, por lo
que la guardó en su cartera.
Bajó a desayunar junto a su compañero,
ambos charlaban sobre el hecho de que en menos de 15 días podrían
regresar por fin a casa. Se sirvieron un café y cogieron unas
cuantas tostadas, y se sentaron en la mesa a comer. Estaban muy
animados ya que pronto volverían, por lo que hablaban con el resto
de compañeros del pelotón con entusiasmo. No habían terminado de
tomar su desayuno cuando entró un oficial, en su mano llevaba un
papel con las ordenes del día. Las leyó en voz alta, y Lucas supo
que ese día le tocaría entrar en combate, para cubrir a una unidad
de reconocimiento.
Terminó de desayunar, subió a su
habitación se cambió la ropa, y guardó un papel, que tenia doblado
encima de la mesa, en el bolsillo del uniforme. Bajó con el resto de
su unidad, prepararon el armamento y se acercaron al lugar donde
estaba el comandante que los acompañaría, ya que disponía a
organizar el dispositivo. Lucas, como el resto de sus compañeros
escuchó con detenimiento todas las instrucciones que dio el
oficial. El dispositivo ya estaba listo para comenzar su operación.
Lucas iba, junto a dos de sus
compañeros, montado en un coche, que abría el cortejo, y tras ellos
iba el resto del equipo. Llevaban cerca de dos horas de viaje,
durante las cuales Lucas había contado a sus compañeros como
conoció a su chica y como comenzaron a salir, un 19 de abril, un día
como ese. La lluvia no había cesado, lo que dificultaba mucho la
visibilidad, de modo que ni Lucas ni sus compañeros vieron venir el
peligro al que se acercaban.
Continuaron andando y cuando entraron
en un pequeño pueblo, que se encontraba en situación de pleno
abandono, Lucas sintió como un escalofrío en su nuca. El empujón de
su compañero hizo que se diera cuenta de que no fue un escalofrió,
sino que fue la trayectoria de una bala perdida que había pasado
cerca de él. Pararon el vehículo en el que viajaban, cogieron sus
fusiles y se dispusieron a entrar en combate. Y Lucas, desobedeciendo
las ordenas recibidas abandono la vanguardia del cortejo, y fue
corriendo hasta el último coche, pues en el viajaba Lucia, una amiga
de su novia. Él lo hizo así, no solo por proteger la vida de Lucia,
que había quedado embarazada la noche antes de partir hacia el
frente. Él había jurado a su novia que defendería a Lucia con su
propia vida, y así se dispuso a hacerlo.
Llegó al último coche, y sacó de el
a Lucia, y la condujo a una casa, le pidió que no se asomase a la
ventana, él si lo hizo y solo pudo comprobar lo que había intuido,
el último coche había sido alcanzado por una granada, pero el resto
de vehículos habían podido ponerse a cubierto. En ese momento sonó
un golpe en la planta de abajo, y él decidió bajar, no sin antes
decirle a ella que pidiese ayuda por radio y que no saliese hasta que
llegasen los refuerzos. Bajó las escaleras, con el fusil apuntando
a aquellos contra los que luchaban, y cuando estuvo abajo disparó con
su fusil a dos, matándolos en el acto, pero entonces sintió como un
cuchillo atravesaba su garganta, solo tuvo tiempo de girarse y
clavarle su daga a su asesino en la cara.
Lucía había pedido refuerzos por
radio, y cuando llegaron, ella bajó las escaleras encontrándose una
escena que jamás olvidaría, había tres soldados enemigos muertos en
el suelo, tumbado bajo uno de ellos, se encontraba Lucas, con el
cuchillo aún clavado en la garganta, y con una sonrisa en la boca.
Lucía comprendió que aquella sonrisa era por su novia, había muerto
sabiendo que había cumplido lo que le prometió a ella. Solo hubo
dos bajas entre los compañeros de Lucas, el comandante y él. Entre
sus compañeros levantaron los cuerpos y los llevaron a la base,
donde los prepararon para devolverlos a casa. Cuando estaban
preparando el cuerpo de Lucas encontraron, medio salido, aquel papel
que había guardado aquella mañana, y decidieron leerlo. Era una
carta que dirigía a su novia, la leyeron en voz alta, pero hubo un
momento en el que la voz parece que los abandono, y solo pudieron
tartamudear el final de esa carta:
“...No llores por mí, no he muerto,
jamás lo haré mientras pienses en mi. No temas jamás, no te
asustes, no te apenes, no tengas miedo, pues no quiero que esa linda
cara quede recorrida por lagrimas. Piensa que no he muerto por
defender a un gobierno, ni a una nación, sino que he muerto por
defenderte a ti, tú que eres mi luna. No llores más, pues al fin me
reuní con la luna. Te amo Laura. Siempre tuyo, Lucas.”
La carta se la entregaron junto al
cuerpo a su novia, ella leyó la carta, y cumpliendo lo que en ella
ponía, abrazó aquella caja y esbozó una sonrisa. Sabía que él
siempre estaría, solo debía mirar a la luna.
Twitter: https://twitter.com/klaus_escritor
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