Azael era uno de los llamados ángeles caídos, sin duda uno de los más oscuros ángeles. Él no vivía en el paraíso sino que habitaba en las profundidades del infierno, relegado al más oscuro de las sombras. Había sido expulsado del cielo tras su oscura actuación en la guerra que había habido al inicio de los tiempos y que había enfrentado a ángeles y demonios. Se había atrevido a matar a unos ángeles que eran sus generales, pues los consideraba crueles y déspotas. Tanto en el cielo como en el infierno, Azael, se había convertido en una criatura temida.
Junto a Azael había luchado, en aquella antigua guerra, un ángel llamado Mikael, un ángel con un destino muy diferente al de Azael. Mikael se había convertido en el General de los ángeles. Ambos habían sido como hermanos aunque después de los hechos que había protagonizado Azael, Mikael se había posicionado contra su antiguo amigo Azael, aunque ambos continuaron manteniendo un respeto mutuo. Aquel respeto fue lo único que mantuvo durante largo tiempo la paz entre el paraíso y el infierno. Con el paso del tiempo las diferencias entre ellos fueron cada vez mayores, Mikael era un ángel que vestía con ropajes muy claros, representando la luz, mientras que Azael comenzó a vestir ropa oscura, una ropa que reflejaba la oscuridad que había presente en su alma.
Durante miles de años, tras la victoria final de los ángeles, los combates fueron aislados, y poco a poco las acciones de ambos mundos comenzaron a desarrollarse en el mundo de los humanos. Mikael, y el resto de ángeles pensaban que aquella guerra no se volvería a producir, pues no veían a los demonios y a los ángeles oscuros preparados para un nuevo enfrentamiento a gran escala. Solamente observaban como cada vez más la actividad de estos demonios eran más constantes en el mundo de los humanos, pero no le dieron mayor importancia. Lo que no sabían es que realmente en el infierno se estaba gestando un poderosísimo ejercito, bajo las órdenes de Azael, y estaban utilizando el mundo de los humanos para probar sus nuevas estrategias, con la idea de poder dominar a todos los mundos.
Pero desde la oscuridad de su escondrijo, y mientras orquestaba los movimientos de aquel ejército que estaba surgiendo en el infierno, Azael no podía olvidar a la única criatura que el había amado, Mikael. Decidió, tras mucho pensar y meditar, que debía volver al paraíso, camuflado como un ángel, para tratar de atraer a Mikael a su lado, para que juntos pudiesen gobernar a todos los mundos. Decidió enviar un ataque al mundo de los hombres, más grave que los anteriores, para que en el paraíso no quedasen demasiados ángeles. Se vistió con la ropa que aún conservaba de cuando había vivido en el mundo de los ángeles, y partió en busca de Mikael.
Todo había salido según lo había planeado, y apenas había ángeles en el paraíso. Buscó a Mikael por diferentes lugares, hasta que decidió ir a un lugar que solamente conocían ellos dos. Era un pequeño observatorio, desde el cual se veía el mundo de los humanos, estaba oculto en una cueva, y siempre había pasado desapercibido. Se adentró silenciosamente en aquella cueva, pues temía que Mikael hubiese confiado aquel secreto a alguien más. Desenvainó su espada, una espada que antaño relucía blanca, pero que ahora se había visto sumida en la oscuridad. Caminó sigilosamente y avanzó hasta el lugar donde se encontraba aquel escondite. Cuando llegó vio a Mikael, de espaldas, contemplando por el observatorio lo que ocurría en el mundo de los humanos. Cuando Azael se dispuso a avanzar un poco más, Mikael habló, sin dejar de observar lo que ocurría en el mundo de los humanos.
-Te estaba esperando Azael, te llevo esperando miles de años.- Dijo Mikael sin darse la vuelta- Aún recuerdo cuando luchabas junto a mi por evitar que la oscuridad se cerniese sobre toda forma de vida, aún recuerdo cuando eramos dos cuerpos, pero un solo alma. Pero aquel día destruiste esa unión, mataste a quien quería el bien, y te uniste a los que querían el mal, y ahora, mi amado Azael, te has convertido en el mal, en aquello contra lo que luché. Se que no fue justo el modo en el que te expulsaron, peor intente por todos los medios que te permitiesen volver. Y cuando conseguí que pudieses entrar, me dí cuenta de que habías caído en la oscuridad, te habías convertido en el mal. Desde entonces vengó a este escondite, con la esperanza de que todo hubiese sido un sueño, con la esperanza de que despertaría a tu lado, pero no fue así. Y ahora has vuelto, dispuesto a matarme, y yo no debería dejarte, pero al fin y al cabo todo es culpa mía, yo te condené a la oscuridad más profunda.
-Mikael, no he venido a matarte.- Dijo Azael con un tono de satisfacción.- Vengo a ofrecerte el perdón. Únete a mi y ambos dominaremos el mundo, únete a mí y volverás a despertar a mi lado, con tu cabeza apoyada en mi hombro. Eso es lo que los dos queremos, y en tu mano está que volvamos a amarnos como antes lo hicimos, que volvamos a ser un alma en dos cuerpos. Es tú turno Mikael, debes decidir ahora.
- No oses insinuar eso.- Dijo Mikael dándose la vuelta- No me uniré a ti, no si la condición es unirme al mal. Piénsalo Azael, arrepiéntete, pide perdón por tus pecados y podremos volver a ser lo que fuimos. Por favor, no permitas que la guerra vuelva a destruir el equilibrio de los mundos.
-Es una pena Mikael, todo está preparado.- Dijo Azael mientras envainaba su espada y se daba la vuelta.- Tienes tres días, en cuanto pase ese tiempo, la guerra habrá comenzado. El destino de los mundos está en tus manos.
Azael comenzó a andar, para abandonar aquella cueva. Mientras abandonaba la cueva escuchó el llanto de impotencia de Mikael. aquello no es lo que esperaba, y la impotencia le invadió, y después se convirtió en ira. Azael no podía imaginar un mundo sin Mikael, no se veía preparado para gobernar solo el equilibrio de los mundos, al fin y al cabo, eran dos cuerpos pero un solo alma.
Antes de que pudiesen darse cuenta, ya habían pasado tres días, y Azael debía cumplir su palabra. La guerra por el control del poder debía comenzar sin mayor dilación, por lo que Azael congregó a su ejército y lo preparó para la guerra. Mikael esperaba que Azael atacase el mundo de los humanos, pues atacar el mundo de los ángeles era una locura, por lo que ordeno a sus hombres que partiesen al mundo de los humanos. Lo que realmente no sabía Mikael es que Azael, poseído por la ira, había ordenado atacar el mundo de los ángeles. Antes de partir dijo una frase a sus comandantes: "La guerra no se ganará por la sabiduría, sino que la guerra se ganará por la locura."
Cuando los ejércitos de Azael llegaron al mundo de los ángeles, la mayor parte de los ángeles se habían partido hacia el mundo de los humanos, por lo que se produjo una autentica matanza de ángeles. Azael se dividió de su ejército y fue a buscar a Mikael, para tratar de convencerlo, por última vez, o en caso de que no quisiera, para ofrecerle su protección. Cuando lo encontró se encontraba rodeado de otros ángeles que trataban de protegerlo del ataque de alguno de los ángeles oscuros de Azael.
Azael vio como una de las flechas que lanzaba uno de sus hombres, se dirigía directamente al corazón de Mikael, por lo que se teletrasportó delante de Mikael, y paró la flecha con su espalda. En aquel momento cayó al suelo, malherido. Mikael vio caer a su amado al suelo, y se teletrasportó al observatorio, a aquel sitió en el que tan buenos momentos habían pasado, Al llegar depositó a Azael en el suelo, e intentó sanar sus heridas con sus poderes, pero no podía, ya que Azael era un ángel oscuro, y sus poderes curativos no servían con él. Azael, que estaba intentando hablar, consiguió decir unas palabras.
-Mikael...esto es culpa mía.... Déjame marchar....No derrames una lagrima.
-No pienses que voy a abandonarte ahora, has dado la vida por mí, y recuerda, somos dos cuerpos, pero un solo alma.
Azael esbozó una sonrisa, y murió en los brazos de Mikael. Mikael gritó, y rompió a llorar, mientras abrazaba con fuerza a Azael. Él había dado su vida por él, así que Mikael cogió la cabeza de Azael y lo besó. Entonces el tiempo pareció pararse, las ropas de Azael volvieron a ser blancas, su espada comenzó a relucir como poseída por rayos. Azael abrió los ojos, sujetó la cabeza de Mikael y continuó besándolo. Se abrazaron, y después de un rato Azael lo cogió de la mano, lo guió hasta su guarida, y allí planearon el modo de librarse de los demonios.
Azael convocó a su ejército en el infierno, haciéndolos caer en una trampa, y atrapándolos allí para siempre. De este modo Azael y Mikael pudieron gobernar juntos el equilibrio de los mundos. Así pudieron continuar amándose, así el bien y el mal pudieron convivir en armonía, convirtiéndose en un mismo alma, en dos cuerpos distintos, unidos para siempre.
Klaus.
Durante miles de años, tras la victoria final de los ángeles, los combates fueron aislados, y poco a poco las acciones de ambos mundos comenzaron a desarrollarse en el mundo de los humanos. Mikael, y el resto de ángeles pensaban que aquella guerra no se volvería a producir, pues no veían a los demonios y a los ángeles oscuros preparados para un nuevo enfrentamiento a gran escala. Solamente observaban como cada vez más la actividad de estos demonios eran más constantes en el mundo de los humanos, pero no le dieron mayor importancia. Lo que no sabían es que realmente en el infierno se estaba gestando un poderosísimo ejercito, bajo las órdenes de Azael, y estaban utilizando el mundo de los humanos para probar sus nuevas estrategias, con la idea de poder dominar a todos los mundos.
Pero desde la oscuridad de su escondrijo, y mientras orquestaba los movimientos de aquel ejército que estaba surgiendo en el infierno, Azael no podía olvidar a la única criatura que el había amado, Mikael. Decidió, tras mucho pensar y meditar, que debía volver al paraíso, camuflado como un ángel, para tratar de atraer a Mikael a su lado, para que juntos pudiesen gobernar a todos los mundos. Decidió enviar un ataque al mundo de los hombres, más grave que los anteriores, para que en el paraíso no quedasen demasiados ángeles. Se vistió con la ropa que aún conservaba de cuando había vivido en el mundo de los ángeles, y partió en busca de Mikael.
Todo había salido según lo había planeado, y apenas había ángeles en el paraíso. Buscó a Mikael por diferentes lugares, hasta que decidió ir a un lugar que solamente conocían ellos dos. Era un pequeño observatorio, desde el cual se veía el mundo de los humanos, estaba oculto en una cueva, y siempre había pasado desapercibido. Se adentró silenciosamente en aquella cueva, pues temía que Mikael hubiese confiado aquel secreto a alguien más. Desenvainó su espada, una espada que antaño relucía blanca, pero que ahora se había visto sumida en la oscuridad. Caminó sigilosamente y avanzó hasta el lugar donde se encontraba aquel escondite. Cuando llegó vio a Mikael, de espaldas, contemplando por el observatorio lo que ocurría en el mundo de los humanos. Cuando Azael se dispuso a avanzar un poco más, Mikael habló, sin dejar de observar lo que ocurría en el mundo de los humanos.
-Te estaba esperando Azael, te llevo esperando miles de años.- Dijo Mikael sin darse la vuelta- Aún recuerdo cuando luchabas junto a mi por evitar que la oscuridad se cerniese sobre toda forma de vida, aún recuerdo cuando eramos dos cuerpos, pero un solo alma. Pero aquel día destruiste esa unión, mataste a quien quería el bien, y te uniste a los que querían el mal, y ahora, mi amado Azael, te has convertido en el mal, en aquello contra lo que luché. Se que no fue justo el modo en el que te expulsaron, peor intente por todos los medios que te permitiesen volver. Y cuando conseguí que pudieses entrar, me dí cuenta de que habías caído en la oscuridad, te habías convertido en el mal. Desde entonces vengó a este escondite, con la esperanza de que todo hubiese sido un sueño, con la esperanza de que despertaría a tu lado, pero no fue así. Y ahora has vuelto, dispuesto a matarme, y yo no debería dejarte, pero al fin y al cabo todo es culpa mía, yo te condené a la oscuridad más profunda.
-Mikael, no he venido a matarte.- Dijo Azael con un tono de satisfacción.- Vengo a ofrecerte el perdón. Únete a mi y ambos dominaremos el mundo, únete a mí y volverás a despertar a mi lado, con tu cabeza apoyada en mi hombro. Eso es lo que los dos queremos, y en tu mano está que volvamos a amarnos como antes lo hicimos, que volvamos a ser un alma en dos cuerpos. Es tú turno Mikael, debes decidir ahora.
- No oses insinuar eso.- Dijo Mikael dándose la vuelta- No me uniré a ti, no si la condición es unirme al mal. Piénsalo Azael, arrepiéntete, pide perdón por tus pecados y podremos volver a ser lo que fuimos. Por favor, no permitas que la guerra vuelva a destruir el equilibrio de los mundos.
-Es una pena Mikael, todo está preparado.- Dijo Azael mientras envainaba su espada y se daba la vuelta.- Tienes tres días, en cuanto pase ese tiempo, la guerra habrá comenzado. El destino de los mundos está en tus manos.
Azael comenzó a andar, para abandonar aquella cueva. Mientras abandonaba la cueva escuchó el llanto de impotencia de Mikael. aquello no es lo que esperaba, y la impotencia le invadió, y después se convirtió en ira. Azael no podía imaginar un mundo sin Mikael, no se veía preparado para gobernar solo el equilibrio de los mundos, al fin y al cabo, eran dos cuerpos pero un solo alma.
Antes de que pudiesen darse cuenta, ya habían pasado tres días, y Azael debía cumplir su palabra. La guerra por el control del poder debía comenzar sin mayor dilación, por lo que Azael congregó a su ejército y lo preparó para la guerra. Mikael esperaba que Azael atacase el mundo de los humanos, pues atacar el mundo de los ángeles era una locura, por lo que ordeno a sus hombres que partiesen al mundo de los humanos. Lo que realmente no sabía Mikael es que Azael, poseído por la ira, había ordenado atacar el mundo de los ángeles. Antes de partir dijo una frase a sus comandantes: "La guerra no se ganará por la sabiduría, sino que la guerra se ganará por la locura."
Cuando los ejércitos de Azael llegaron al mundo de los ángeles, la mayor parte de los ángeles se habían partido hacia el mundo de los humanos, por lo que se produjo una autentica matanza de ángeles. Azael se dividió de su ejército y fue a buscar a Mikael, para tratar de convencerlo, por última vez, o en caso de que no quisiera, para ofrecerle su protección. Cuando lo encontró se encontraba rodeado de otros ángeles que trataban de protegerlo del ataque de alguno de los ángeles oscuros de Azael.
Azael vio como una de las flechas que lanzaba uno de sus hombres, se dirigía directamente al corazón de Mikael, por lo que se teletrasportó delante de Mikael, y paró la flecha con su espalda. En aquel momento cayó al suelo, malherido. Mikael vio caer a su amado al suelo, y se teletrasportó al observatorio, a aquel sitió en el que tan buenos momentos habían pasado, Al llegar depositó a Azael en el suelo, e intentó sanar sus heridas con sus poderes, pero no podía, ya que Azael era un ángel oscuro, y sus poderes curativos no servían con él. Azael, que estaba intentando hablar, consiguió decir unas palabras.
-Mikael...esto es culpa mía.... Déjame marchar....No derrames una lagrima.
-No pienses que voy a abandonarte ahora, has dado la vida por mí, y recuerda, somos dos cuerpos, pero un solo alma.
Azael esbozó una sonrisa, y murió en los brazos de Mikael. Mikael gritó, y rompió a llorar, mientras abrazaba con fuerza a Azael. Él había dado su vida por él, así que Mikael cogió la cabeza de Azael y lo besó. Entonces el tiempo pareció pararse, las ropas de Azael volvieron a ser blancas, su espada comenzó a relucir como poseída por rayos. Azael abrió los ojos, sujetó la cabeza de Mikael y continuó besándolo. Se abrazaron, y después de un rato Azael lo cogió de la mano, lo guió hasta su guarida, y allí planearon el modo de librarse de los demonios.
Azael convocó a su ejército en el infierno, haciéndolos caer en una trampa, y atrapándolos allí para siempre. De este modo Azael y Mikael pudieron gobernar juntos el equilibrio de los mundos. Así pudieron continuar amándose, así el bien y el mal pudieron convivir en armonía, convirtiéndose en un mismo alma, en dos cuerpos distintos, unidos para siempre.
Klaus.
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