La historia que ahora contaré empezó
en un remoto lugar, en lo más profundo del océano, en un pequeño
reino que estaba aislado del resto de reinos, el reino de las
sirenas, y su protagonista era Mery, la sirena más inquieta que
había.
Por lo general, a las sirenas no les
interesaba todo aquello que ocurriera fuera de las aguas marinas,
pero desde pequeña, Mery se había interesado mucho por todo lo que
tenía que ver con el mundo terrestre. El resto de sirenas creían
que estaba loca, pues incluso quería salir a la superficie para
poder ver con sus propios ojos como se desarrollaba aquel modo de
vida. Sus padres lo habían impedido, pero cuando ellos murieron,
durante el ataque de unos tiburones, Mery se preparó para comenzar
un largo viaje con destino a la superficie terrestre. Todos en aquel
reino conocían los planes de Mery, y algunas de sus amigas y de sus
amigos, hablaron con ella para intentar convencerla de que no
realizase ese viaje, pues todos conocían los peligros con los que
podía encontrarse en aquel largo viaje. Todo aquello fue inútil,
pues Mery estaba convencida de realizar ese viaje, y la noche antes
de que se fuera recibió una visita muy inesperada, una de las
sirenas más viejas del reino se presentó allí. Mery creía que
aquella mujer iba a intentar convencerla de que no se fuera, pero en
cambio le entregó una concha en la que había dibujado un mapa que
mostraba el camino más seguro y corto para llegar a la superficie.
Aún así, aquella vieja sirena le alertó de que aquel viaje no
sería demasiado fácil, y al menos debería estar tres días de
camino. Cuando hubo descansado un poco, aunque apenas durmió por la
emoción, Mery se puso en marcha para realizar aquel esperado viaje.
Mientras aquello sucedía en aquel reino submarino, en la superficie un joven despertó sin saber todo
lo que le depararía el destino, las cosas buenas y las cosas malas.
Klaus, que era aquel joven, era un campesino huérfano que vivía
cerca del mar, y que sentía admiración por el mar y el océano.
Aquel día despertó y se dirigió a darle de comer a sus animales,
aunque estaba cansado pues llevaba unos días que no podía dormir,
pues se encontraba preocupado, ya que la chica de la que se había
enamorado se había ido con un caballero a la corte, y él quedó
allí, sin nadie, y sin poder pagar los impuestos, por lo que temía
que pudiera recibir algún tipo de castigo por no pagar. No había
terminado de darle de comer a sus animales cuando un emisario real
llegó portando en sus manos una notificación para Klaus. Le
entregó aquel papel sin decirle nada, y una vez lo entregó se
marchó, en aquel momento Klaus se encontraba realmente asustado,
incluso le temblaban las piernas. Cuando abrió la carta se sintió
más asustado que nunca en su vida, el rey había ordenado destruir
las propiedades de aquellos que no pagasen, y que tras esto fuesen
ajusticiados en un lugar público, para que todos lo pudiesen ver.
Sin apenas pensar se dirigió a su granja, preparó una bolsa con
algunas de sus pertenencias más importantes y se dispuso a abandonar
aquel lugar con camino a las montañas que había cerca del mar. Allí
paso aquella dos noches, a la espera de que los caminos se despejasen
de soldados, para posteriormente dirigirse a otro lugar a intentar
reanudar su vida. Al amanecer del tercer día se dirigió al mar, pues
sabía que en aquella zona el poder del rey era menor, por lo que
sería más fácil pasar desapercibido. Finalmente llegó al mar
aquella misma tarde, y antes de dirigirse a una pequeña aldea
decidió dar un paseo por la arena de aquella pequeña cala, era la
primera vez que se sentía realmente libre.
Estaba dando aquel paseo por la arena
cuando vio como a una especie de delfín con colores exóticos que
estaba parado en la orilla, como ahogándose. Corrió para empujarlo
de nuevo al agua, pero cuando se acerco vio que realmente se trataba
de una sirena que estaba inconsciente, se trataba de Mery, y Klaus la
empujó hacia el mar, para evitar que muriese. Mery se encontraba en
aquella situación ya que tras aquel duro viaje, cuando vio la
superficie quiso acercarse demasiado, y las olas la dejaron en la
tierra, por lo que no podía respirar. Al ser devuelta al agua Mery
volvió a respirar y se despertó, y miró a aquel misteriosos
personaje que la había salvado. Lo que más sorprendió a Mery fue
el hecho de que aquel chico tenia piernas en vez de una cola,
mientras que Klaus no podía salir de su asombro, pues creía que
las sirenas eran un cuento de niños. Después de un rato mirándose y
analizándose mutuamente, Mery se atrevió a preguntarle:
- ¿Hola chico, como te llamas? Yo soy
Mery, del reino marino de Monsi.
-Yo me llamo Klaus- Dijo el chico con
la voz muy entrecortada, y continuó preguntando- ¿Realmente eres
una sirena?
- Si- dijo Mery.
Tras esto ambos comenzaron a hablar de
sus respectivos reinos, ambos se encontraban muy emocionados, y las
preguntas que se hacían eran infinitas. Así les dio la noche, y
Klaus se ofreció a ir a buscar algo de comida. Se dirigió a la
aldea, y fue a una pequeña granja que había cerca, y les pidió
alimento a las personas que allí había, pero sin contarles nada de
su vida. Les dio las gracias por el queso y las verduras que le
habían dado, y se dirigió de nuevo a aquella cala. Mery seguía
allí, contemplando la luna desde la superficie por primera vez en su
vida. Comieron y entonces Klaus le dijo que él no se podía quedar
allí por la noche, por miedo a que los soldados lo encontrasen, por
lo que se dirigió a un bosque cercano, por su lado, Mery fue a un
arrecife cercano, donde se puso a descansar, soñando con la luna y
con aquel chico. Klaus por primera vez durmió bien, pensando en
aquella sirena y en aquel mundo submarino que le había contado.
A la mañana siguiente, ambos se
encontraron en el punto acordado y continuaron hablando de sus
mundos, y entonces Mery descubrió que realmente el mundo terrestre
era peor que el reino submarino en la que ella vivía, pues Klaus le
contó la maldad y la avaricia de los humanos, cosa que no tenían
las sirenas. Klaus y Mery se habían enamorado realmente, y ambos querían encontrarse juntos, pero el destino les había jugado una mala pasada, pues él era un hombre y ella una sirena. Entonces Klaus le dijo que si había algún modo de
convertirse en sirena, para poder acompañarla, ella le dijo que
había un modo, pero que jamás se lo habían contado, poco a poco se
estaban enamorando. Los días siguientes trascurrieron de igual modo,
e incluso Klaus y Mery bucearon juntos, pero sabían que su felicidad
jamás serían completa. El mismo día que nadaron juntos se besaron
al atardecer, pero siempre teniendo presente que jamás podrían
estar juntos. Un buen día, mientras estaban hablando al atardecer,
Klaus escuchó el trote de unos caballos y le dijo a Mery que se
sumergiera, el día que tanto había temido acababa de llegar. Los
soldados del rey lo habían encontrado, y entonces Klaus comenzó a
correr hacia un precipicio cercano, mientras que Mery seguía toda
aquella escena desde debajo del agua. Cuando Klaus llegó a la parte
más alta del precipicio era de noche, una noche oscura, iluminada
solamente por la luna llena. Los soldados lo había rodeado, y cuando
se acercaron para arrestarlo, Klaus dijo con voz tranquila:
-Si he de morir no será en este mundo.
Me voy contigo Mery.
Acto seguido se tiró al mar desde el
acantilado, los soldados se retiraron, pues sabían que aquella caída
era mortal, y Mery corrió a buscar el cuerpo de Klaus, con la
esperanza de que estuviese vivo. Tardo unos minutos en encontrar el
cuerpo, y cuando lo encontró estaba ya muerto. Al caer quedo
inconsciente y murió ahogado por amor, pues pudo huir en otro camino,
pero él se dirigió a aquel acantilado par cumplir aquello que le
dijo un día a Mery, que la amaría hasta su muerte. Ella se
encontraba totalmente desconsolada, pues había perdido al único
amor que había tenido jamás. Arrastró el cuerpo hacia la orilla,
con mucha dificultad y con lagrimas en los ojos, pues todas las
personas o sirenas que realmente le habían importado más que nada
estaban muertas. Cuando dejo el cuerpo en la orilla, la parte de las
piernas se encontraba en el agua, y quiso darle un último beso bajo
aquella luna llena. Bajo aquella luz plateada acarició su cara por
última vez y lo besó con lagrimas en los ojos, y se quedó abrazada
a aquel cuerpo inerte.
Pero antes de que Mery pudiese
reaccionar una cegadora luz plateada bajó de la luna y se posó
sobre el cuerpo sin vida de Klaus. Cuando desapareció aquel rayo de
luz, Mery miró el cuerpo de Klaus, pero descubrió que había
cambiado, ahora tenía cola, se había convertido en sirena, cuando
iba a tocar la cola esta comenzó a moverse, y Klaus levantó la
cabeza, sobresaltado, pues creía estar muerto. Ambos se abrazaron y
se besaron felices, pues no solo Klaus había vuelto a la vida de
forma mágica, sino que se había transformado en una sirena. Ambos
estaban sorprendidos, y algo asustados, por lo que Mery decidió que
ambos viajasen al reino submarino de Monsi, para que los ancianos
buscasen una explicación. Cuando llegaron a aquel reino, dos días
después, fueron recibidos por el rey y por el consejo de ancianos,
en el palacio real, y después de que ambos contasen sus vivencias, el
rey Todmer se levantó y tomó la palabra. Les explico que solo hay
un modo de que un humano se convierta en sirena, y es que: “aquel
humano muera por amor a una sirena, y esa sirena lo bese bajo la
luna, mostrando que corresponde a ese amor. Entonces, el cuerpo del
humano volvería a la vida, bajo la forma de una sirena”.
Tras eso Klaus y Mery unieron sus vidas
para siempre con aquel acto de amor que habían realizado, y comenzaron a vivir en aquel reino submarino, donde
tuvieron hijos, y donde fueron felices hasta el fin de aquel reino. Y
hasta el último de sus días Klaus y Mery fueron propagando una
enseñanza que ellos aprendieron: El destino es incorruptible, pase
lo que pase, y superando cualquier problema que hubiese.
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